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Cruces de Cuernavaca

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La antigua Cuauhnáhuac fue uno de los sitios donde comenzó la evangelización y punto de propagación hacia el sur de México.

A la espada siguió la implantación de la cruz, símbolo que se manifestó como nueva divisa, lo mismo pintada que bordada o labrada en madera, cantera o metal. En la Catedral de Cuernavaca se encontran obras que son ahora parte importante del patrimonio de nuestra ciudad.

 

Cruz de Jerusalén, capilla abierta de San José Cruz atrial, Catedral de Cuernavaca.

Sobre el friso de la capilla abierta de San José, primera construcción del actual complejo catedralicio de Cuernavaca, se encuentran labradas en piedra cruces recrucetadas, conocidas como Cruces de las Cruzadas o de Jerusalén. Esto refleja la manera como los primeros misioneros asumían su labor: una lucha contra los infieles y el logro de una imposición homogeneizadora.

 

Cruz atrial, Catedral de Cuernavaca

La cruz en el atrio de la catedral de Cuernavaca representa el triunfo y superposición de la religión católica sobre la mexica. Fue ubicada sustituyendo una estela referencial prehispánica  y para su base, se  dice, se utilizó una Cuaxucalli, caja de piedra donde en algunas ocasiones se depositaban los corazones de los sacrificados.

La Cruz de cantera tiene como única ornamentación una inscripción diagonal que reza: INRI y se levanta sobre una calavera, haciendo alusión al Gólgota o cerro de las calaveras.

 

Mural de la crucifixión de San Felipe de Jesús

Durante los trabajos de restauración de la catedral de Cuernavaca, promovidos por el obispo Sergio Méndez Arceo en 1959, se descubrieron bajo una capa de cal, restos de pintura mural de principios del siglo XVII que representan el martirio del primer santo mexicano, San Felipe de Jesús, junto con otros 25 franciscanos crucificados en Nagasaki Japón, episodio relacionado con las vicisitudes del tornaviaje, la navegación de Filipinas a México.

Cruz de Emaús

Fray Gabriel Chávez de la Mora es un notable arquitecto que ha dejado importantes obras, edificadas algunas de ellas en Cuernavaca, además de vitrales, textiles, materiales gráficos, pintura, escultura y orfebrería. Su búsqueda de expresiones austeras y sencillas, propias del cristianismo primitivo, encontraron un ambiente propicio durante el episcopado de don Sergio Méndez Arceo, generando una artesanía religiosa dentro del Taller de Emaús, donde “la cruz de Jesús, no fue de oro, sino de madera”.

 

Cristo triunfal en la Catedral

Durante el episcopado de monseñor Sergio Méndez Arceo Cuernavaca fue uno de los  núcleos de la Teología de la Liberación.

La capacidad y liderazgo de Méndez Arceo hicieron que en Cuernavaca se realizaran cambios que se adelantaron a los pronunciamientos del Concilio Vaticano II, como la reubicación de altares de frente al pueblo y trabajos de restauración en la catedral que quitaron altares neoclásicos e imaginería, para colocar a Cristo y a la cruz al centro del templo.

La cruz ascendente con el Cristo triunfal, obra del arquitecto Herbert Hoffmann es, sin duda, corolario de la valía de las cruces de Cuauhnáhuac.

 

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