El sentido de pertenencia es un aspecto fundamental para preservar el patrimonio natural y cultural de un sitio y fortalece el gusto por ser parte de dicho territorio. Los que vivimos en el estado de Morelos somos afortunados por tener muchos espacios maravillosos que podemos explorar cerca de nuestro hogar, sin embargo, también resulta gratificante conocer cómo se han expresado los extranjeros sobre los diferentes rincones, pueblos o paisajes que han podido recorrer en sus viajes por nuestro estado a lo largo del tiempo, particularmente en Tepoztlán, Cuernavaca y Xochicalco.
En ese sentido, en el libro Otros cien forasteros en Morelos, José N. Iturriaga nos muestra distintos relatos de extranjeros comprendidos entre los siglos XVI y XXI, algunos son una estampa de la vida cotidiana de nuestros pueblos, como el de la escritora estadounidense Elsa Larralde, quien escribe: “Tepoztlán, ejecuta otra pintoresca diversión durante la semana Santa y la llama la fiesta del brinco… Las muchedumbres se congregan en la plaza para ver efectuar a los ejecutantes una danza de tres días sin interrupción… Los danzarines del brinco llevan largas ropas de seda de varios colores y se adornan la cabeza con imponentes penachos de plumas. Brillantes banderas ondean al sol. Los hombres se cubren con máscaras de barba rubia o rojiza…” o el de un par de aventureros franceses motociclistas, cuyo relato nos muestra un poco del Cuernavaca de los años cincuentas: “Hoy vamos a Cuernavaca… muy famosa por sus rosas y tulipanes. Los extranjeros, artistas, pintores y escultores esperan en la tarde, sentados en cafés al aire libre, la frescura de la noche. Aquí, el tiempo no cuenta. Los habitantes llevan una vida indolente, medio adormecidos…”.
Otra bella estampa de Cuernavaca la relatan los alemanes Eduard Seler y Caecilie Seler-Sachs mencionando: “Nos dimos cuenta de la ubicación encantadora de Cuernavaca. La pequeña ciudad forma el punto central de un valle amplio, rico y fértil; hacia donde el ojo mire hay árboles floreciendo y campos verdes. En el centro del lugar se abre una profunda y estrecha barranca, cuyas orillas están cubiertas de verde maleza que se extiende hasta el agua clara en el fondo. Se comprende que Cortés tuviera aquí su estancia predilecta. Situado en lo alto, su palacio domina todo el valle…”
El poeta ruso Constantine Balmont, en sus visitas a Xochicalco a inicios del siglo XX nos describe lo siguiente: “No te he hablado todavía de las ruinas. Las de Xochicalco son de las que ofrecen vestigios más bellos, de las más grandiosas creaciones del genio escultórico y arquitectónico de los aztecas. El edificio, en forma de pirámide, que se encuentra en la cúspide de una montaña entre otras cimas colocadas en círculo alrededor, presenta apenas fragmentos; pero los relieves de la base son aún visibles desde abajo; sobre uno de los muros se ha conservado admirablemente está leyenda de piedra: una serpiente empenachada, semejante a los dragones chinos y japoneses, majestuosa y terrible…”
Nuestro estado ha ido cambiando, sin embargo aún es posible reconocer la belleza del paisaje que nos rodea, sitios que llaman la atención del turista y que nos obligan a seguir conservándolos para sentirnos orgullosos de vivir en Morelos.
TEXTO: OMAR PANIAGUA SOTELO
PROFESOR DE LA ESCUELA DE TURISMO
FOTOGRAFÍAS:
FERNANDO RUIZ