La hora de la esperanza

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“Lo más bello es participar

en un movimiento de transformación

con el principio de que se puede ser feliz,

buscando la felicidad del prójimo.”

-Andrés Manuel López Obrador-

Presidente electo de México

 

El domingo uno de julio fue un día maravilloso. La gente se volcó en las votaciones presidenciales. Todo se llevó en orden. La ciudadanía salió desde temprano a votar. Y ya en la tarde noche, el primero que se pronunció como perdedor fue Pepe Meade. Unos minutos después, Ricardo Anaya hizo lo propio. La gente se volcó a la casa de campaña de AMLO para manifestarle su apoyo. Estaban mucho más que felices. Lo que le sigue. AMLO salió a agradecer. Y cuando iba camino al zócalo capitalino, todavía se dio tiempo para que se tomaran fotos con él. La gente salió de sus casas para inundar el zócalo. Para compartir la alegría y la esperanza. “No les voy a fallar”. “No se van a decepcionar”. “Soy muy consciente de mi responsabilidad histórica”. “No quiero pasar a la historia como un mal presidente”. Fueron sus palabras llenas de emoción.

La idea de tener un mejor país me provoca una felicidad inmensa. El pensamiento de que haya justicia social y mejores condiciones de vida para nuestra gente me emociona mucho. Ya no quiero ver esa corrupción rampante, esa impunidad hacia los ladrones de cuello blanco, esa impotencia que sentimos los ciudadanos de a pie ante las injusticias. Yo he vivido las injusticias en carne propia como cuando a los 20 años de edad me gané una beca para estudiar en China y el gobierno de México, a través de la embajada, me hizo firmar documentos para recibir el dinero de la beca y nunca me mandaron nada. A pesar de eso, lo único que hice fue ponerme a trabajar como siempre lo había hecho desde niño. O como cuando regresé a México, y como no tenía suficiente dinero para pagar el avión, regresé trabajando en un barco, en el "Silvia Sofía" de Transportación Marítima Mexicana. Me sentía orgulloso de venir en un barco mexicano. Sentía alegría de conocer más mexicanos y, sorpresa, los oficiales eran ingleses y la tripulación hindú. Viajé por diferentes países. Corea del Sur, Taiwán, Japón y Estados Unidos. Y cuando llegué a México, a Colima, los oficiales de la aduana casi me meten a la cárcel por no llevar papeles que me acreditaran como marinero, a pesar de que les mostré la carta que había sido mandada por telefax a la embajada en donde me daban ese permiso. Tuve que escapar, literalmente, y por consejo del Catering Officer (Mayordomo) tomé mi maleta y mi guitarra, tomé un taxi y me dirigí a la estación de autobuses. Por cierto, el chofer del taxi me quiso cobrar mucho más de lo que era la tarifa normal.

En fin, podría contar muchas cosas sobre lo que he tenido que enfrentar en muchas ocasiones de mi vida. Siempre he tratado de ayudar cuando se requiere, siempre he participado en situaciones de injusticia y marginación. Mi conciencia social no me permite hacerme de la vista gorda. Me gusta meterme en problemas por ayudar a otras personas. Y sí, hay mucha injusticia en México.

Por eso me emociona la idea de estar aquí y en este momento. Mi espíritu se engrandece con la idea de tener un mejor país, una mejor sociedad. Hemos presenciado un momento histórico. Votó más del 63% del padrón electoral. Tenemos que hacer que las cosas sucedan. Que no nos digan nuestros hijos o nuestros nietos que no tuvimos la voluntad de cambiar el rumbo de nuestro país.

Habla con los tuyos y convéncelos de que participen activamente para mejorar el país, las instituciones y nuestra sociedad. Yo espero con mucho amor este cambio radical que viene. No podemos seguir viviendo con más de lo mismo. Y mucho menos, vivir en un país dividido. Hay mucha gente que sigue hablando de manera negativa sobre nuestro nuevo presidente. Que nos va a convertir en Venezuela, que sus teorías no sirven, que va a llevar al país a la quiebra y mucho más. Sin embargo, el pueblo manifestó su deseo y llevó a AMLO a la presidencia. AMLO llegó. Y llegó por tanto insistir. Demostró que seguiría luchando por México a pesar de la insistencia de sus detractores en su “ambición” de poder. Pero si lo analizamos cuidadosamente, AMLO no viene de la élite política. No tiene ascendencia de personajes que han trabajado en la política. Llegó sin padrinos. No viene de Harvard ni de ninguna universidad extranjera. Es un hombre del pueblo.

AMLO ya es presidente electo. Olvidemos las diferencias y encontremos coincidencias para ser un mejor país. Un país en donde haya una verdadera justicia social. Un país en el que se garantice una mejor vida para sus ciudadanos.

Estamos ante un nuevo país si así lo queremos. Entre la gente hay mucha esperanza para cristalizar los sueños de justicia, paz, seguridad física y económica. Y si no es así, si AMLO nos falla, que la nación se lo demande.

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