Jorge Arturo Olivares Brito no tiene ningún antecedente en defensa de los derechos humanos. Bueno, no ha defendido nada que no sean sus propios intereses en su larga trayectoria como empleado público.
En cambio sí se conoce su rechazo a determinados sectores de la población. Por ejemplo, el odia al gremio de periodistas, tal y como lo ha expresado ante sus alumnos en la Facultad de Derecho de la UAEM.
Lo anterior significa que cuando un periodista vea vulnerados sus derechos el no lo defenderá. O no lo harpa con verdadero entusiasmo.
Tampoco tiene amigos que se caractericen por la defensa de la sociedad, por lo que convertirá a la CDHEM en algo así como la delegación de la Sedesol, donde sólo tienen trabajo los amigos de Jorge Meade.
Y la pobre y sufrida comisión, que en los últimos ocho años apenas tuvo algunos chispazos, terminará peor de lo que ahora es. Y eso ya es mucho decir.
Por lo pronto, le aviso a mis colegas que tengo testimonios de lo mucho que ese señor nos odia, aunque en público ponga su mejor sonrisa.