Para la década de los 60’s del siglo pasado, llegar a la luna fue algo de enorme importancia. Se recuerda la carrera por llegar primero entre los americanos y los rusos, como parte de la Guerra Fría. El logro de Neil Armstrong habló de una superioridad en términos científicos y tecnológicos; fue acompañado por Buzz Aldrin y los dos pasaron casi tres horas caminando sobre la superficie lunar, coleccionando rocas, polvo y otras sustancias que encontraron. Las fotos que tomaron forman parte de la historia; todos las hemos visto en algún momento. La transmisión por televisión alrededor del mundo de las imágenes del paseo lunar de Armstrong y Aldrin representó uno de los primeros eventos mediáticos masivos y de los más impactantes. Se estima que 600 millones de personas, una quinta parte de la población del mundo de ese entonces, vieron en vivo los primeros pasos de Armstrong y Aldrin. Yo formé parte de esa audiencia, fascinada por lo que vi. Desde entonces, tengo un enorme respeto por la luna. Cada vez que la veo pienso en esos astronautas caminando en aquellos parajes tan lejanos y desconocidos.
Sin duda, su logro fue un momento de grandeza para los Estados Unidos. Al parecer, la bandera estadounidense que plantaron en la luna sigue allí. Representaba una noticia maravillosa para el siglo XX que hasta ese momento había sido marcado por las dos guerras mundiales que estremecieron al mundo entero, el asesinato del presidente John F. Kennedy, los problemas sociales, el asesinato de Martin Luther King y los actos cívicos violentos en diversas ciudades de la Unión Americana, entre muchos otros acontecimientos. Fue un triunfo para la paz y la ciencia que ayudó en cierta parte a restablecer la credibilidad de los Estados Unidos alrededor del mundo y a los ciudadanos a tener fe en ellos mismos para superar sus problemas.
Sin embargo, los problemas persistían. El programa espacial continuó, pero en 1972 el último hombre llegó a pisar la luna y desde entonces nadie ha regresado. Ese primer paso que tomó Armstrong fue exactamente eso, un paso, aunque extraordinario, pero la grandeza duró sólo un momento. La preocupación hoy en día por viajar al espacio se enfoca más bien en llegar a otro planeta para ver si contiene agua. Actualmente, un vehículo eléctrico terrícola, el explorador “Curiosity”, está paseándose por Marte y transmitiendo fotos extraordinarias a todos nosotros. En 1969 vivíamos sin preocupaciones por la comida y el agua, por lo que llegar a la luna fue más que nada, un logro de la ciencia y la tecnología.
Me atrevo a decir que hoy en día cualquier expedición al espacio tiene que ver con la búsqueda de agua o de vida remota, para aliviar las necesidades que actualmente tiene la humanidad. Las cosas han cambiado drásticamente desde aquel primer paso del hombre en la luna. Este “salto gigantesco para la humanidad” que Armstrong mencionó fue cierto en su momento, pero yo me pregunto: ¿Cuántos saltos gigantescos más necesitaremos para salvar a nuestra Tierra de los terribles daños causados por esa misma humanidad?
Descanse en paz Neil Armstrong (1930-2012).