Parte de esta debilidad e intereses, indicó, derivaron en el rompimiento con los poderes Ejecutivo y Legislativo y el Foro Morelense, aunado a la desunión entre la base trabajadora, los secretarios y los jueces. Esas cuestiones personalistas proyectaron la imagen de que el Tribunal era una isla separada de todo lo demás.
A Falcón Vega se le atribuyó una “magnífica” vinculación con su antecesor, Ricardo Rosas Pérez, desde que ingresó al Poder Judicial en 1999 como proyectista de primera instancia y más adelante, en 2002, cuando el nuevo titular del Tribunal fungió como proyectista en segunda instancia; después fue director de la Escuela Judicial (2004-2005) y en 2006 el Congreso del Estado lo designó magistrado numerario. Era una época distinta entre Rosas y él. Podían tener discrepancias, pero no un enfrentamiento abierto ante el resto del Pleno, ni públicamente, tal como la sociedad local lo constató desde enero pasado, cuando Falcón Vega empezó a moverse para sustituir al varias veces reelecto titular del Tribunal. La última reelección de Rosas Pérez ocurrió el 17 de mayo de 2010, pero una resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación le cortó la aspiración de mantenerse ahí, siendo finalmente relevado por Falcón Vega.
Quizás por esa buena relación existente en el pasado entre él y Rosas Pérez, Falcón le reconoce aciertos en su administración, básicamente respecto a la justicia oral y en materia penal. “Se hizo de una manera acertada y hubo algunos avances en cuanto a infraestructura”, añadió.
Falcón Vega enumeró una serie de factores que su administración está atendiendo. “Me parece que la parte descuidada fue la parte humanista, dentro y fuera. Apareció una diferencia con los otros poderes y adentro, con el personal, debido a que una persona tuviera el control sobre toda la institución. Se estableció una especie de terrorismo”. “La gente que en ese momento ejercía la titularidad del Tribunal tenía una serie de criterios y opiniones, que debían prevalecer. Si la gente no coincidía con esa forma de pensar recibía una sanción, como cambiarla de adscripción, de Cuautla a Jonacatepec, por citar un ejemplo. Pero la sanción podía consistir incluso en la separación del cargo y el comienzo de procedimientos administrativos”, añadió.
Según el nuevo presidente del TSJ “ahorita estamos haciendo todo lo contrario. Buscamos fortalecer a la institución, porque no domina el interés de nadie. Lo hemos empezado hacer desde el Pleno, para que haya un solo grupo, no dos. Un solo sindicato. Hemos hablado también con los jueces para que no haya dos asociaciones, sino una. Ya sostuvimos reuniones con gente de la base trabajadora, con los demás poderes. En la medida en que haya unidad, siempre cuidando la autonomía técnica de nuestras funciones, se va a fortalecer al estado”, consideró.
Se le cuestionó al doctor Falcón Vega sobre la necesidad de separar al Poder Judicial, en todo su contexto, de las cuestiones políticas. Manifestó, citando a Norberto Bobbio: “Indica que la política y la ciencia jurídica son la misma moneda, pero con distinta cara. Ambas persiguen el bien común. La ciencia política lo hace a través del estudio del poder, mientras que la ciencia jurídica lo hace a través del estudio de la norma. Es así como nos debe quedar muy claro que la misma teoría aplica al Poder Judicial. Debemos mantener una relación política, por ejemplo con quienes nos proporcionan presupuesto, o con quienes designan a los magistrados. No podemos romper esa relación de colaboración entre poderes. Mediante una adecuada relación se fortalece a nuestra institución”. “Esto es en un primer momento. Sin embargo, lo que va a democratizar efectivamente a los estados es la administración de justicia. Y en ella la política no tiene cabida. El juez debe satisfacer una serie de virtudes que señalan los griegos: prudencia, justicia, fortaleza, templanza. Aquí entra el rol del presidente del Tribunal. Yo les dije a los jueces que no tienen línea de nadie. Yo jamás voy a dar línea para resolver en tal o cual sentido”, añadió.
El presidente del TSJ concluyó haciendo una reflexión en torno al clima de violencia que experimentan México y Morelos. “Me parece que existen tres ‘méxicos’: el de leyes, el ilegal con la impunidad, y un estado criminal. Es obvio entonces lo que ocurre: hay un problema de seguridad y de crisis”. Según él, “a través del derecho podemos lograr un estado de paz: a través del trabajo, la cultura y el diálogo”. ¿Cómo la ve, amable lector?