Ni duda cabe: la mejor relación con los tribunales laborales las tenía Tito Barrera. Lo anterior le representó a la CTM predominio frente a otras organizaciones de trabajadores, tras la debacle priísta en las elecciones presidenciales y gubernamentales de 2000. Y el principal beneficiario de la acción institucional (o de bajo perfil) de Barrera Ocampo fue Vinicio Limón, quien arrastraba una pésima imagen desde que se sumó por completo a los negocios del Sindicato Unico de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana, del cual sigue siendo secretario de Organización.
Los vaivenes en la posición ideológica de Limón han sido la constante al frente de la CTM, otrora monolítica agrupación que casi desapareció de la arena política local después de que el PRI fue sacado de Los Pinos y el Palacio de Gobierno de Cuernavaca en el año 2000. Y de nada sirvieron los llamados emitidos por Limón el 18 de junio de 2005, cuando dijo que “el PRI recuperará la gubernatura en las elecciones de 2006, siempre y cuando toda su estructura territorial y grupos políticos se unifiquen, primero en torno a quien resulte electo como presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, y posteriormente cuando emerja el candidato a la gubernatura”. Aquel exhorto a la unidad no prosperó y el PRI volvió a perder la presidencia de la República y la gubernatura.
Una siempre ha sido la posición ideológica del dirigente cetemista, expresada en forma pública, y otra la que durante décadas ha asumido para proteger sus intereses particulares y los de quienes le garantizan fuerza económica y, desde luego, posicionamiento al interior de la CTM nacional. Lo anterior quedó claro cuando el 27 de abril de 2006, el entonces secretario del Trabajo y Conflictos de la Federación de Trabajadores de Morelos, Roberto Castrejón Campos, manifestó que Vinicio utilizaba el sector para beneficio propio. Confirmó lo que había trascendido luego de la extinción de la Compañía de Luz y Fuerza en el sentido de que los más importantes líderes del SUTERM (entre ellos Vinicio), respaldaban la introducción de fibra óptica a través del cableado de la energía eléctrica para el servicio cibernético en miles de hogares, lo cual hubiese significado un multimillonario negocio para la CFE y su sindicato, de la misma manera en que lo son algunos contratos entre ambos bandos para la construcción y operación de plantas eléctricas a nivel nacional. “El repudio en contra de Vinicio Limón es latente”, aseguró Roberto Castrejón, quien advirtió que en el desfile del Primero de Mayo (en Cuautla) “la base gremial demostrará que ya no quiere saber nada de él”.
El 4 de julio de 2006, tras la nueva debacle priísta, Limón Rivera declaró que “al PRI se le debe dar cristiana sepultura”. Calificó como un “desastre” la derrota sufrida por dicho instituto político el 2 de julio; planteó la posibilidad de crear el Partido Obrerista, “que sea una verdadera tribuna y foro de los sindicalistas”, y anunció que llevaría la propuesta a la asamblea general de la CTM. “Lo que se siembra, se cosecha”, reiteró, al referir que la ciudadanía ya estaba harta del PRI. Elogió entonces la participación democrática de la ciudadanía en este proceso electoral, “y si la gente votó a favor de Acción Nacional…está bien, fue su decisión; bien o mal, sólo el tiempo lo dirá”.
El 19 de agosto de 2006, Vinicio Limón declaró que “el problema de fondo en la Junta de Conciliación y Arbitraje siguen siendo la corrupción y los negocios, todos los días y a todas horas”. Añadió que “el futuro del sindicalismo mexicano tiene estrecho vínculo con cientos de contratos colectivos de trabajo, concretamente los de organizaciones gremiales fuertes, como la CTM”. Empero, dijo que alrededor de 30 por ciento de los más de 8 mil contratos colectivos de trabajo existentes aquí son de “protección”, mediante sindicatos carentes de representatividad y bajo el amparo de las autoridades laborales.
Y en este contexto Limón lanzó un desafío a Bulmaro Hernández Juárez, dirigente del Nuevo Grupo Sindical (NGS), y a Tito Barrera Ocampo, entonces tercer secretario general adjunto de la CTM, “para que me demuestren si solapo a algún sindicato de protección, como ambos lo hicieron durante el presente sexenio en las más importantes obras construidas por el sector público y el privado”. Etcétera, etcétera.
Así llegamos al presente, tras las movilizaciones sociales que de manera espontanea surgieron por el asesinato de siete personas localizadas el 28 de marzo en Temixco. Aquellas masas rebasaron cualquier liderazgo o representatividad institucional, haciéndose necesaria la emergente cohesión de nuestra “clase política” que, en una de sus variadas expresiones, culminó con la “protesta” obrera de ayer, aquí y en otras regiones de México. El PRI al frente. La CTM también. Faltaba más. Funcionó el Pacto de Bucareli.