Desglosemos esto que, de aplicarse como una política pública a nivel estatal y municipal, mejoraría la calidad de vida de todos los morelenses.
El 22 de septiembre de 1997 surgió en Francia la idea de realizar un día sin carros por iniciativa de organizaciones civiles, activistas, ecologistas, ciclistas y peatones. En los años siguientes, más ciudades se fueron sumando a la iniciativa, hasta que se convirtió en un evento internacional, quedando establecido el 22 de septiembre como el Día Mundial sin Auto.
Posteriormente, en el año 2002, se estableció la Semana Mundial de la Movilidad, en la cual se realizaron actos destinados a crear conciencia sobre la problemática del uso irracional de los vehículos automotores, reflexionar sobre los conceptos de movilidad, realizar acciones, festejos, propuestas, debates y encuentros para tratar el tema, amén de que se establecieron acuerdos hacia una política de movilidad sostenible. Hasta 2007 se habían inscrito más de mil ciudades oficialmente, además de muchas más que participan sin inscripción oficial. El caso de la Comunidad Europea es por demás loable, pues se estableció un premio a la ciudad que mejor iniciativas presentase. El caso de Austria es significativo, ya que 325 ciudades de ese país se han inscrito oficialmente. En Latinoamérica, Brasil es la que más aporta con 19 ciudades. Perú está registrado, al igual que Colombia.
Es fácil comprender el concepto, pero difícil de aplicar en países que llegaron tarde hacia la preservación de nuestros recursos naturales. Cualquier parecido con México no es mera coincidencia, sino el resultado de muchas décadas de negligencia y corrupción en materia ambiental. A su retorno de España, tanto Marco Adame como otros funcionarios de su gabinete y algunos diputados locales (pertenecientes a la Quincuagésima Legislatura) que lo acompañaron, acogieron temporalmente el concepto de la movilidad, pero lo desecharon casi de inmediato ante las penurias financieras de la administración pública estatal y las 33 locales. Otro factor fue la grave problemática constituida por una exorbitante cantidad de vehículos automotores adscritos al padrón vehicular particular y de transporte público en toda la entidad morelense. Pero, ¿qué deseaban exponer las autoridades morelenses, encabezadas por Adame Castillo, cuando hablaban de “movilidad sostenible”?
Mucho oímos hablar de tráfico, transporte colectivo, modos de transporte y vialidad. Cuando hacemos alguna referencia al tránsito vehicular, pensamos en autos y cómo llegar más rápido a nuestro destino. Cuando comenzamos a tener conflictos con el congestionamiento vehicular, cuellos de botella, muchos cruces, paradas en semáforos, o embotellamientos en glorietas, pensamos en soluciones tendientes a facilitar el flujo de los automotores. Se recurre entonces a costosísimos proyectos para ampliar las avenidas y crear pasos a desnivel para descongestionar las ciudades. A juzgar por las apariencias, y tomando como ejemplo el de Cuernavaca, el problema se torna en el círculo inacabado de la demanda inducida. Es decir: mientras más soluciones se le dan al tráfico, más tráfico se crea y más se complica la situación.
El concepto de “movilidad sostenible” es más amplio, porque se centra en facilitar la vida para el ser humano; se piensa en la caminata y en la bicicleta y en todos los modos alternativos de movernos. Es integral, pues abarca soluciones para todos: los peatones, los ciclistas, los de movilidad reducida, para el transporte colectivo y los autos. Además, se abordan temas de eficiencia y reducción de las movilidades, para lo cual se plantea el realizar muchas actividades cercanas al lugar de residencia, crear nuevas centralidades, consolidar zonas urbanas, dotar de equipamiento y servicios, y fortalecer las comunidades. Es decir: poder estudiar, comprar, trabajar y divertirnos cerca de nuestros hogares. Esto, según lo consideró en 2007 el gobernador Adame Castillo, “no soluciona graciosamente los problemas de tráfico, sino aporta soluciones integrales a la movilidad”. Y si sumamos el concepto de sostenible, entonces el escenario mejora. Tiene que ver con lo que hagamos en este momento, a fin de poder sostenerlo a pesar del inexorable paso del tiempo; no agotar los recursos y poder disfrutarlos en el futuro, llegando a un equilibrio mediante el cual lo que utilicemos vuelva a ser recuperado.
Mientras tanto, el gobierno estatal, a través de Demetrio Román Isidoro, secretario de Desarrollo Urbano y Obras Públicas, busca socializar el proyecto de reconstrucción integral del Paseo Cuauhnáhuac (incluyendo varios pasos a desnivel), donde invertirá casi 400 millones de pesos en doce kilómetros. Su problema es el tiempo, pues de no consolidar la obra a finales de agosto, deberá aplicar los recursos en otros proyectos, o de lo contrario el dinero retornará a la SHCP. Como ocurrió en Cuernavaca, hay grupúsculos interesados en sabotear la anhelada remodelación.