En su centenario luctuoso, el legado de Emiliano Zapata será objeto de revisión y su figura puesta a estudios históricos.
El 10 de abril de 1919 Emiliano Zapata fue asesinado en Chinameca, Morelos. Su muerte marcó el fracaso de la revolución popular que encabezó al lado de Francisco Villa, quien depuso las armas un año después. Durante los tres años siguientes, Villa intentó armar un ejército en el rancho El Canutillo, de El Parral en Chihuahua, pero no lo logró. Tras sufrir varios atentados y el desenlace fatal en un tiroteo en las cercanías de aquel rancho, también la muerte acabó con su lucha.
Pero los ideales siguieron vivos, asegura el historiador Pedro Salmerón, director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM).
“Hace cien años murió el jefe Zapata. Su movimiento fue derrotado, pero obligó a radicalizarse a un ala de la fracción vencedora de la Revolución, que tuvo que incluir el tema agrario en la Constitución. Eso permitió que 20 años después, el general Cárdenas, con la ley en la mano, destruyera el latifundio. Inició un proceso de desarrollo económico y la transformación radical del país. Aunque vencido, el zapatismo dejó una poderosa impronta”, explica.
Fue un triunfo en la derrota, coincide el historiador Felipe Ávila. “La fracción carrancista que venció a Zapata y a Villa fue la que construyó el Estado nacional pos- revolucionario, fincó las bases del sistema político que hoy tenemos y utilizó la Revolución y su ideología para legitimarse”.
Sin el zapatismo, agrega, no se entiende el artículo 27 de la Constitución ni la reforma agraria del siglo XX mexicano.
“Y hay que subrayar su permanencia en el imaginario colectivo, particularmente en los movimientos populares, que siguen reivindicando la memoria de Zapata, enarbolando sus demandas, de una vigencia incuestionable, como el zapatismo chiapananeco, el movimiento Urbano Popular, o el movimiento obrero”, destaca.
Autores del libro Tierra y libertad. Breve historia del zapatismo (Crítica, 2018), ambos historiadores participarán en la organización de las actividades del Año de Zapata, para conmemorar el centenario del asesinato del Caudillo del Sur, que será declarado oficialmente el 12 de enero próximo.
“Hay que desmitificar a Zapata, acercándose al personaje real, a los momentos que explican su vida, que como todo ser humano tiene claroscuros. Aunque fue un hombre íntegro, nunca traicionó sus ideales, no transigió; cometió errores muy costosos que en parte explican su derrota”, observa Ávila.
De acuerdo con el historiador, quien coordinará el Coloquio Internacional sobre el Zapatismo, que se realizará en abril en Morelos, Guerrero y la Ciudad de México, en la etapa de mayor fuerza de su movimiento, el revolucionario tomó decisiones equivocadas.
“Se dejó influenciar por algunos personajes de su Estado Mayor, como Manuel Palafox y Antonio Díaz Soto y Gama, y se dejó llevar por una política sectaria, excluyente, contraria a cualquier tipo de unión con las otras corrientes revolucionarias. Eso influyó para que no concretara la alianza con Villa”, señala el experto.
Año de Zapata
La Presidencia de la República dará a conocer el 12 de enero próximo las actividades conmemorativos del centenario luctuoso de Zapata. En este marco, el INEHRM coordinará en abril un coloquio internacional, en diversos estados de a República, donde expertos como John Womack, Francisco Pineda, Armando Bartra y Laura Espejel abordarán la influencia del Caudillo de Sur sobre dos ejes: la expansión del zapatismo en el país y su impacto en los movimientos populares mexicanos del siglo XX.
Hoy AMLO acude a Morelos, para declarar a 2019 Año de Emiliano Zapata https://t.co/Kig5Vrhthd pic.twitter.com/wOSk770H5u
— La Unión ? (@UniondeMorelos) 12 de enero de 2019
En 1915, cuando ya había perdido contra Carranza y Obregón, el movimiento enfrentaba difíciles condiciones. Entonces, apunta Ávila, el caudillo buscó una alianza con los anticarrancistas. A partir de entonces y sobre todo entre 1917 y 1918, la debilidad del zapatismo por falta de armas, recursos y alimentos, lo hizo buscar lazos desesperadamente.
“Se unió a muchos de los exiliados que estaban en Estados Unidos, que habían sido maderistas y después habían roto con Venustiano Carranza, y también con algunos de muy dudosa procedencia revolucionaria. Fue el principio de la debacle”.
Tras su asesinato, concluye Pedro Salmerón, Emiliano Zapata se convirtió en un símbolo de la resistencia. “Representa la lucha campesina y cómo el pueblo tiene un proyecto propio, con dirigentes que salen del pueblo. Eso, me parece, es uno de los resultados históricos del zapatismo”.