Los nombres es lo de menos, sus edades cubren el requisito de ley, la experiencia –aunque debería ser determinante-- parece no ser factor de análisis; todo está basado en los contactos, las influencias, las negociaciones, las amenazas, los privilegios y demás armas –la mayoría de ellas usadas a traición-- que dejan a un lado las capacidades y el talento de gobernar.
De entrada –y consideramos que nadie en la entidad lo pondría en duda-- ninguno que forme parte de la actual legislatura merece ni siquiera competir. Los diputados han demostrado no sólo incapacidad y desconocimiento, que de por sí ya es grave, sino además falta de capacidad para trabajar en equipo, delegación de prácticamente todas sus responsabilidades, ausencias injustificadas y desconocimiento de la ley.
La lambisconería –cobijada de fidelidad partidista o convencimiento del proyecto-- se manifiesta en hedor imposible de simular; sentado a la izquierda del “candidato de unidad” –normalmente la derecha se reserva para otros actores-- aparece en las fotos. Tal es el caso de la más reciente conferencia de prensa, aquella de la reaparición en el restaurante Vivaldi, en donde fue más importante Graco que Amado.
Los de experiencia tienen una batalla más centrada, más cercana a lo que pide y necesita Cuernavaca; unos hablan de continuidad y otros de cambios. El discurso es el mismo de siempre independientemente de partidos, candidatos, fechas o climas; las promesas son parecidas y pretenden resolver todo el discurso, sabedores de que en la práctica todo quedará en buenos deseos.
Esos de la experiencia, reciente o de antaño, desean o continuar o regresar. Las encuestas según ellos los ubican como preferidos. Mañas las conocen todas, pero su generación no gobierna el PRI estatal; el nacional tal vez, pero ya no les alcanza su fuerza de aquel entonces para impactar y doblegar. La apuesta más bien está centrada en el reconocimiento a la trayectoria, ya sea dentro del tricolor, ya sea prestado un par de sexenios.
Los más jóvenes hacen su lucha apostándole a los liderazgos estatales y a la candidatura presidencial. Con corta trayectoria, la competencia la consideran suficiente para gobernar y administrar; una lógica que puede funcionar pero que desafortunadamente no ha dado los frutos que se esperaban en la mayoría de los casos.
No pasarán más de cuatro semanas para que se conozca el nombre del beneficiario; por cierto, no hay ninguna mujer en la justa, o más bien podríamos llamarla “injusta”, carrera. Estaremos atentos para conocer reacciones y acciones que tomen aquellos que ya llevan una fuerte inversión en su etapa previa de promoción y que verán desvanecerse la posibilidad.
Hay de todo como en botica; la lista se incrementó con un ligero parecido a la lucha interna por la gubernatura; claro que no puede compararse el nivel de la contienda, pero a la convención de delegados –según dicen-- intentarán llegar también con la “figura de unidad”. Se aprecia –consideramos nosotros-- más bien una simulada personalidad que haga notar conjunción, pero lo correcto sería un “candidato de sometimiento”.
Ya veremos, en el PRI las cosas pueden seguir aparentando esa “unidad” o de plano volverse a resquebrajar. Una difícil prueba para los tricolores en Morelos, confrontados desde hace más de 11 años.