“El maestro Ortiz brincó en este río tan profundo, turbulento, denso y fantástico que es Bajo el volcán durante 4 años y entregó al mundo su bellísima traducción. Y ahora, medio siglo después, este es el libro que todos leen en español.”
Maestro Raúl Ortiz y Ortiz, es un honor estar aquí celebrando el aniversario de 50 años desde la traducción de Bajo el volcán al español. Yo estoy en la mesa representando a la Fundación Malcolm Lowry, pero están con nosotros en la sala Alberto Rebollo, Óscar Menéndez, Félix García, Dany Hurpin, Alejandro Aranda y David Colliard.
La Fundación ha tenido el gusto y honor de contar con la participación del maestro Raúl en varios de nuestros coloquios en el Día de los Muertos, mismo día de que se trata la novela. Por varios años nos hemos juntado en la Casona Spencer, aquí cerca, en la calle Hidalgo, donde ahora tenemos un espacio para la Fundación que Óscar Menéndez nombró La Barranca.
El primer coloquio fue en 2002 en el Centro Cultural Universitario y allí se conocieron Raúl Ortiz y John Spencer.
Félix García me cuenta que John Spencer invitó al Maestro Ortiz a conocer la Casona y cuando entraron, tal vez inspirado por la entrada de siglo XVI, Raúl empezó a citar versos de Hamlet y John Spencer, quien normalmente era muy introvertido, lo acompañó.
Raúl Ortiz, Frédérique-Yves Jeannet et John Prigge, durante la celebración en el Jardín Borda. (Fotografía: Dany Hurpin).
Ahora, John Spencer también tiene una historia relacionada con Lowry. En los ochenta, cuando se enteró de que iban a demoler la casa de Humboldt donde Lowry había vivido, para poner un lote de coches, creó una fundación para recaudar fondos para rescatar la casa y convertirla a un centro cultural.
Trabajó por varios años y se comunicó con mucha gente, incluyendo a Sherrill Grace, John Huston, y Angélica Siqueiros, viuda de David Alfaro. A fin de cuentas, no tuvo éxito, pero John, con su propio dinero, rescató y restauró la torre de Laruelle, en la novela, y casa de Lowry.
Yo creo que es muy a propósito, muy relevante, que el Maestro Raúl Ortiz sea un gran aficionado de la música, porque, como dice John Anderson, Bajo el volcán es como una obra de música; igual que uno escucha una buena pieza de música vez tras vez, se puede leer la obra maestra de Lowry muchas veces.
Como el mismo Lowry dijo en su carta a Jonathan Cape, donde defendió su novela contra cambios: “Se puede considerar la novela como una especie de sinfonía. O como una especie de ópera. Es hot jazz, un poema, una canción, una tragedia, una comedia, una farsa, etc. Todos estos acordes, temas planteados y resueltos, aunque ningún lector puede captarlos de manera consciente en una primera lectura, ni siquiera en una cuarta lectura, contribuyen, sin embargo, inconscientemente, a darle su peso final”.
Dany Hurpin me mandó una cita de Gabriel García Márquez que dice: “Bajo el volcán es tal vez la novela que más veces he leído en mi vida. Quisiera no leerla más, pero sé que no será posible, porque no descansaré hasta descubrir dónde está su magia escondida”.
Raúl Ortiz y Julio Cortázar leyeron la novela primero en francés. Pero García Márquez y miles y miles de otros, lo han leído en español gracias al Maestro Raúl Ortiz. ¡Y qué formidable proyecto debió haber sido!
Déjenme citar a Lowry de nuevo en su carta a Jonathan Cape, “El libro fue proyectado, contraproyectado y fundido de modo que pudiera leerse un número indefinido de veces, sin que se agoten, no obstante, todos sus significados, todo su drama o toda su poesía…” Y con esto Raúl Ortiz creó una obra maestra en español.
Se celebró con mezcal, en La Casona, el medio siglo de la traducción al español de Bajo el volcán, de Malcolm Lowry. (Fotografía: Dany Hurpin)
Sobre este tema me gustaría citar algunas palabras de Félix García. “El maestro Raúl Ortiz y Ortiz logró resguardar la sorprendente atmósfera de la novela, los acentos atronadores del texto, el soporte cultural del México antiguo y contemporáneo que subyace; la serie infinita de referencias de todo tipo de la cultura universal. Acometer el trabajo de traducir Bajo el volcán necesitaba entereza y osadía y una mente enciclopédica para establecer un diálogo digno con el propio Lowry”.
Entonces, permítanme hacer una lista de algunas de estas referencias de las que habla Félix. Es una lista muy parcial, entonces, perdónenme si he dejado fuera su referencia favorita. Está Tennyson, Voltaire, Ortega y Gasset, Coleridge, Jack London, Joseph Conrad, Bernal Díaz del Castillo, Sófocles, John Bunyan, Dante, Shakespeare, Marlow, Cervantes, Prescott, Freud, Jung, Óscar Wilde, Tolstoy, Dostoyevsky, Kafka, Katherine Anne Porter, Edgar Allan Poe, William Blake, Faulkner, Pedro Calderón de la Barca y Charlotte Bronte. Luego músicos como Django Reinhardt, Andrés Segovia, Joe Venuti, Eddie Lang, Edvard Grieg y Stravinsky.
Artistas como Michaelangelo, Doré, Chagall, Henri Rousseau, Diego Rivera, Orozco y O’Higgins; de la mitología Hindú, Budista, Egipcia, Griega, Persa, Romana, Prehispánica, Judía, Cristiana, Musulmán y el misticismo de la Cabala, Tarot, Sufismo, Paracelso, Spinoza, Swedenborg, Ouspensky, Aleister Crowley y Las variedades de la experiencia religiosa por William James.
También gente como Gandhi, William Blackstone, Ambrose Bierce, Heloise y Abelard, Einstein, Fray Luis de León, Pancho Villa, Huerta, Lázaro Cárdenas, Trotsky, Stalin y los Hermanos Marx. Y, claro, está Pedrillo Conejo. Y no podemos dejar de mencionar a los caballos, gatos y perros.
Sabemos que al final de la novela tiran al cónsul en una barranca y después, alguien, no los que lo mataron sino otro, tira allí también el cadáver de un perro. Lowry sabía que esto no era un insulto, porque seguro sabía que en la mitología prehispánica el perro era el guía de los muertos en el inframundo.
De hecho, los españoles trataron de matar a todos los xoloescuincles por esto, y pensaban haberlo logrado, pero siglos después los encontraron de nuevo en la sierra de Oaxaca y Guerrero donde fueron obligados a resguardarse.
Los perros siguen al Cónsul durante toda la novela y hay una cita del Dr. Vigil que es una muestra de los miles de ejemplos de la genialidad de la traducción del maestro Ortiz. En la versión original en inglés es obvio que el Dr. Vigil no habla inglés con fluidez y cuando está hablando de perros y quiere decir bark, ladrar, dice shark, tiburón.
Para pasar esto al español primero Raúl Ortiz nos deja saber en una manera muy natural y sutil que el inglés del doctor está mal y luego lo cita así: “Esta es la hora que me encanta, con el sol que se oculta, cuando todo el hombre se pone a cantar y todos los perros a ‘ladronear’”.
Para terminar, se me ocurre que tal vez Lowry sabía de otra leyenda acerca de perros, una leyenda Romana sobre el perro de Sabinus. En el año 28 el emperador Tiberius ejecutó al inocente Sabinus como traidor y mientras su cadáver tenía que quedar expuesto al público, su perro le trajo comida cada día. Y cuando por fin tiraron el cuerpo de Sabinus en el río Tiber su perro brincó al río y mientras la corriente los llevaba al mar, no dejó que la cabeza de Sabinus se hundiera.
Pues, el maestro Ortiz brincó en este río tan profundo, turbulento, denso y fantástico que es Bajo el volcán durante 4 años y entregó al mundo su bellísima traducción. Y ahora, medio siglo después, este es el libro que todos leen en español.
En el nombre de la Fundación Malcolm Lowry y de la Casona Spencer es un privilegio poder decir: ¡muchas felicidades y muchas gracias, Maestro!
*Texto leído por su autor en la celebración de los cincuenta años de la publicación de Bajo el volcán en español con la traducción de Raúl Ortiz y Ortiz. La celebración se llevó a cabo el viernes 16 de Mayo en la sala Manuel M. Ponce del Jardín Borda en Cuernavaca, Morelos.