Para el escritor Juan Villoro el futbol es un fenómeno colectivo que trasciende y tiene formas inagotables de ser leído. En la charla Cómo leer un partido de fútbol, realizada la tarde del 28 de mayo en la Biblioteca Vasconcelos, el autor de Balón dividido habló, entre otros aspectos, de los heroísmos en un partido, “la telenovela” de la selección nacional para calificar al Mundial de Brasil, los empates a cero, las supersticiones del aficionado, el Barcelona de Pep Guardiola y las narraciones del cronista Ángel Fernández.
El miembro de El Colegio Nacional comentó que un partido de futbol es un relato que se cumple a lo largo de 90 minutos, más los que decida compensar el árbitro, en el que se incorporan elementos apasionantes, pero que algunas veces decepciona, pues hay muchos partidos que se pueden olvidar en espera de que verdaderamente se cumplan las expectativas.
“El mundo es imperfecto, sin embargo la Selección nos hace sentir que pertenecemos a algo que va más allá de todo esto […] El Mundial nos permite ilusoriamente sentir que formamos parte de un colectivo que va más allá de nosotros.”
“Hay muchas maneras de jugar al futbol, una de las cosas que más me asombran y que he querido reflexionar en los últimos tiempos es que a pesar de todas las cosas que lo oscurecen: la manipulación económica, la explotación política, el dopaje, la asunción de costumbres absolutamente ultrajantes e indignas, como el racismo y el machismo, ha podido mantener y renovar la capacidad de asombrarnos y de estos asombros tenemos diferentes maneras de leer los partidos”, expuso.
Comentó que los aficionados al soccer son personas que van al estadio con sus pantalones de la suerte, la pata de conejo, el trébol de cuatro hojas y el llavero del Necaxa para frotarlo. “De pronto jugamos con nosotros mismos, preferimos no ver y pensamos que el equipo está jugando mejor”.
Comentó que una manera de leer un partido está relacionada con supersticiones sumamente extremas. “La manera que tenemos de ver el futbol compromete lo que llevamos dentro, el partido ocurre dos veces: en la cancha y en la mente de los aficionados, en las cábalas depositamos ilusiones y es muy común que los aficionados se pongan a discutir de una jugada que en la cancha duró unos cuantos segundos y le agregan formas de misterio. Si tuviéramos que depender de los resultados para tener fe en algo, difícilmente llenaríamos los estadios”.
Juan Villoro compartió que lo que hace al escribir de futbol es ver un partido desde un punto de vista literario. “Todo mundo sabe lo que ocurrió, no podemos falsear los hechos, debemos procurar que esos datos tengan un nuevo valor emocional a través de la palabra”.
El autor de Dios es redondo compartió que desde hace algunos años asocia al futbol con la palabra, porque comenzó acercándose al futbol a través de la radio, escuchando las narraciones de Ángel Fernández. “Al pasar de la radio a la televisión Fernández ya no se preocupó por decir que pasaba en la cancha y se dedicó a decir poetas, bautizar jugadores, a hablar con metáforas. Este hombre invadido de la narración me hizo relacionar al futbol con la palabra de manera extraordinaria”.
Juan Villoro no pudo dejar de referirse a la Selección Nacional y a la criticada eliminatoria mundialista para Brasil 2014. “Es un equipo muy querido por la gente, respaldado por el público, que genera un negocio extraordinario, un mercado interno grande e ideal; esta Selección puede ir al Mundial sin que se asocie el triunfo con la calidad deportiva, jugando mal se genera mucho dinero, cosa que ha demeritado a nuestro futbol”.
Indicó que se vivió una “telenovela” hacia el Mundial de Brasil, con una historia que comenzó con episodios de amor en los que el público adoraba a su Selección y que los mundiales son una ilusión de pertenencia.
“El mundo es imperfecto, sin embargo la Selección nos hace sentir que pertenecemos a algo que va más allá de todo esto […] El Mundial nos permite ilusoriamente sentir que formamos parte de un colectivo que va más allá de nosotros, por eso me parecen negativas las naturalizaciones exprés de los futbolistas, lo que vulnera el sentido de pertenencia”.
El escritor de 56 años de edad mencionó que otra de las maneras de leer un partido de futbol es por el heroísmo en él.
“El heroísmo consiste en que un equipo sabiendo que es más débil y sin dejar de serlo gana un partido. Nosotros hemos visto ese tipo de juegos, estamos seguros que si ese juego se repitiera 10 veces, el equipo poderoso probablemente ganaría nueve”.
Agregó que hay muchas sorpresas que puede deparar un partido de futbol, poniendo de ejemplo la reciente final de la Champions League, entre el Real Madrid y el Atlético, ganada por los merengueros.
Juan Villoro comentó a los asistentes en el auditorio de la Biblioteca Vasconcelos, que hay partidos memorables que terminan en empate a cero, como el encuentro entre Inglaterra y Holanda en el Mundial de 1990. “Para algunos espectadores el hecho de que no caigan goles resulta fraudulento, pues no es posible que un deporte que aspira a la gloria y al triunfo termine en la nada”.
Finalmente, el también periodista hizo una diferenciación entre información y narración, y afirmó de la primera que en el futbol se sabe quién ganó un partido, quién anotó: el club mejor situado en la tabla, datos con los que el periodismo deportivo se alimenta.
“El futbol es un partido que se puede leer de manera inagotable, en la narración se habla de cosas que nunca tienen o tendrán respuesta, por qué pasó, qué significado tuvo, cómo nos afectan los efectos de una jugada”, apuntó.