En pleno siglo XXI, el periodismo inquisitivo relacionado con temas de justicia aún se practica y no son pocos los medios de comunicación que cuentan con reporteros y editores que pretenden fungir como agentes de ministerio público o jueces.
El 9 de diciembre del año pasado, la Suprema Corte de Justicia de la Nación dictaminó que exhibir a personas detenidas a través de medios de comunicación ya se considera como tortura y malos tratos. Sin embargo, ésa una práctica común a lo largo y ancho de nuestro país: basta detenerse en cualquier puesto de periódicos y revistas para comprobar que dicho dictamen no es respetado por innumerables medios.
Este asunto de usar la «libertad de expresión», puntualmente, para dañar la imagen de alguien que es señalado de cometer algún delito pone en desventaja a las personas detenidas frente a los reporteros que gustan de enjuiciar y ejercer un supuesto poder para influir en la percepción de la sociedad, que a su vez contribuye a la degradación de la comunicación y la propagación de un periodismo que a estas alturas tiene un tufo rancio y se contrapone a la ética que un comunicador –en el papel– debe tener.
En el año de 1974, el escritor alemán Heinrich Böll (1917-1985; Nobel de Literatura, 1972) publicó una novela corta titulada El honor perdido de Katharina Blum. Basada en hechos reales, aborda la historia de Katharina, una joven alemana cuya vida transcurre en la más absoluta tranquilidad y alejada de la vida social, que goza de respeto y seguridad moral entre quienes la conocen.
Este personaje se dedica a trabajar en casas de matrimonios mayores; debido a que no hace vida en las calles –su madre está enferma, en un hospital–, su ensimismamiento y el encierro le permiten acumular cierta cantidad de dinero, en miras de su futuro.
Sin embargo, cierto día es invitada a una fiesta de carnaval por un par de amigas que logran convencerla para asistir. En esa fiesta, Katharina conoce a un hombre que está señalado de haber participado en actos terroristas y siente una atracción hacia él, lo que provoca que ambos pasen la noche juntos en la casa de la mujer.
Este hecho deviene en actos que terminarán por afectar de forma irreparable la vida de Katharina Blum. En primer lugar, la policía se entera de que el hombre buscado durmió con esa mujer y, a la mañana siguiente de la fiesta, agentes llegan al domicilio de la muchacha. Pero no encuentran al individuo: ella, Katharina, lo había ayudado a escapar.
A raíz de este hecho, un periodista que trabaja para un medio sensacionalista se encarga de arruinar la vida de la chica: difunde mentiras acerca de ella, entrevista a personas con las que Katharina trabajó y tergiversa las opiniones para publicarlas; inventa situaciones y pone a la mujer frente a una sociedad que no se toma la molestia de dudar respecto de la información que se publica en ese medio respecto de ese caso.
La actuación del reportero provoca que la vida de Katharina se destruya. Incluso, el tipo contacta a la madre de la muchacha, la visita en un hospital y, luego de ese encuentro, la señora fallece. Este acto termina por derrumbar a Katharina, quien, sin nada más que perder, se comunica con el reportero para ofrecerle una entrevista exclusiva que culminará con una sorpresa que el lector descubrirá.
Heinrich Böll no sólo fue uno de los máximos exponentes de la literatura alemana de postguerra, sino también se convirtió en un férreo defensor de los derechos humanos, se atrevió a cuestionar a la Iglesia católica –él era un católico– y denunciar actos de injusticia.
El honor perdido de Katharina Blumes una novela vigente que nos invita a reflexionar respecto del papel de la prensa sensacionalista y su colaboración –indirecta– con la violencia en nuestro país y a cuestionar las formas de las que se valen muchos medios y reporteros para el tratamiento de asuntos más allá de sus límites.
Böll es un autor para tomarse en serio, un escritor imprescindible en nuestros días. Entre sus obras destacan: ¿Dónde estabas, Adán? (1951), Billar a las nueve y media (1960), Opiniones de un payaso (1963), Retrato de grupo con señora (1971), entre otras.