Estos buenos periodistas
editaban con afán
el suplemento famoso
llamado Bajo el volcán.
Dicen que llegó la muerte
en el cierre de edición
y se los llevó a editar
pero adentro del panteón.
Las calaveras curiosas
los miraban con sigilo
corregir los epitafios
con su redacción y estilo.
Los reporteros llegados
quietos no podían estar
así es que a las calaveras
las fueron a entrevistar.
Y quedaron fascinadas
por la artística labor
y todas los decretaron
“corresponsales de honor”.
La muerte, muy contrariada,
por lo que ocurrió ese día
les dictó fosa común
para pagar su osadía.
Todas las calaveritas
por supuesto se indignaron
y a la desdeñosa muerte
del cementerio la echaron.
Calacas y periodistas
se fueron con el notario
registrando el suplemento
llamado Bajo el osario.
Eran buenos camaradas
los que hacían Bajo el volcán
su estilo fue inigualable
todos lo recordarán.
Redacté esta calavera
y confío en que me creerán;
no la escribí allá en la Tierra
la escribí aquí, en el Mictlán.