A diferencia de los años que tarda el plástico en degradarse, esta enzima es capaz de comérselo muy, muy rápido.
De acuerdo con una nota de Greenpace el plástico empezó a despuntar como material en 1950, desde entonces a mediados del 2017 se habían producido 8,000 millones de toneladas de plástico de todo tipo. Según el artículo “¡Eso supone el peso de 10.000 Torre Eiffel o de 80 millones de ballenas azules!”.
Lo pero es que, actualmente sólo se ha reciclado el 9%, otro 12% se ha incinerado y con el resto no ha pasado nada. Este terrible fenómeno de contaminación ha obligado a varios equipos de investigación alrededor de todo el mundo a encontrar un remedio eficaz ante la creciente contaminación por plástico.
En 2016 llegó a nosotros la noticia de que un grupo de Instituto de Tecnología de Kyoto, en Japón encontró una bacteria que sólo se alimenta de PET. Dos años después, y luego de estudiar la bacteria, los investigadores descubrieron –por error– que con algunos ajustes, dicha bacteria puede convertirse en una enzima que comienza a comer plástico en cuestión de días.
Los científicos utilizaron un haz intenso de rayos X 10,000 veces más brillante que el sol denominado Diamond Light Source y así dieron con la dichosa enzima. En un principio, la enzima se parecía a una desarrollada por muchos tipos de bacterias para descomponer la cutina (un polímero natural utilizado por las plantas como capa protectora), pero después de una ligera manipulación, el equipo mejoró su capacidad para comer PET.
John McGeehan, quien dirigió la investigación de la Universidad de Portsmouth declaró para The Guardian que este descubrimiento podría tener un impacto muy importante para combatir la contaminación por plástico mundial y agregó:
“Significa que no necesitaremos extraer más petróleo y, fundamentalmente, debería reducir la cantidad de plástico en el medioambiente”.
Así como existen ejemplos de enzimas industriales que han sido manipuladas para trabajar hasta 1,000 veces más rápido para combatir, por ejemplo, la contaminación provocada por detergentes y biocombustibles, así –considera McGeehan– que lo mismo podría ocurrir con esta nueva enzima.
“Nos da la posibilidad de utilizar toda la tecnología que ha sido utilizada en el desarrollo de otras enzimas durante años y años y hacer una enzima súper rápida “, asegura McGeehan.
Habrá que seguir de cerca el desarrollo de esta enzima y su aplicación en la vida cotidiana en espera de resultados favorables. Mientras tanto, es importante señalar, que este tipo de accidentes, son los que resultan, por lo demás, beneficiosos.
Después de todo, y como decía Jules Vernes: “La ciencia se compone de errores, que a su vez son los pasos hacia la verdad”.