La Cenaspis aenigma se encontró hace 42 años, pero hasta ahora fue catalogada oficialmente como una nueva especia.
En 1976 un grupo de campesinos encontró en Chiapas una serpiente coralillo que fue capturada y vendida a un equipo de científicos, quienes la mandaron para su estudio a un laboratorio: para sorpresa de todo en su interior se encontraba otra serpiente, de 25 centímetros de largo, que no pudo ser identificada en su momento. Hoy, 42 años después de su descubrimiento, esta serpiente ha sido catalogada oficialmente como una nueva especie.
Un equipo de la Universidad de Texas en Arlington nombró al reptil tropical Cenaspis aenigma(algo así como “serpiente de la cena desconocida” en latín), en honor a lo extraño de su descubrimiento y a lo poco que aún se sabe sobre ella, ya que no se ha podido encontrar ningún ejemplar vivo en todo este tiempo y las características de su dentadura y su cráneo no coinciden con las de ninguna otra conocida.
Interpretación de un artista sobre cómo pudo ser en vida la Cenaspis aenigma (NATGEO)
De acuerdo al paper que el equipo publicó en Journal of Herpetology, se cree que la Cenaspis es una serpiente excavadora que probablemente se alimenta de insectos y arañas. La parte inferior de la serpiente está adornada con tres series de manchas triangulares que forman rayas irregulares; muy pocas serpientes de América tienen rayas similares. También tiene 14 dientes cortos y robustos en su mandíbula superior.
“Esta pequeña serpiente enigmática posee un conjunto único de caracteres que desafía su ubicación en cualquier género conocido y lo distingue claramente de todos los géneros conocidos”, explican los autores.
Los científicos creen que la Cenaspis aenigma aún no está extinta y es probable que un día vuelva a aparecer en la selva chiapaneca junto con algunas otras especies neotropicales que aun no han sido descubiertas y que están relativamente aisladas evolutivamente.
VÍA: National Geographic / Código Espagueti