Esto nos permite tratar de valorar lo que el IFE ha sido y en lo que se ha convertido con el paso del tiempo y también ver el fenómeno que ha llenado la historia política del país con el efecto de los partidos políticos en el Instituto Federal Electoral.
Cuando se inició la idea del Instituto Federal Electoral, era crear una instancia ciudadana que fuera imparcial y que pudiera establecer un sistema democrático validado precisamente por la imparcialidad de este organismo ciudadano. ¿Cómo hacer que realmente representaran a la ciudadanía? Éste era el problema que de inicio establecería su perfil y su legitimidad. En la concepción del Instituto había una parte que era necesario llenar ¿quién debería nombrar a estos consejeros? En un momento en que se acercaba una elección presidencial, era interesante ver qué papel tendría el IFE ante un proceso que definiría en gran parte el sistema electoral y por ende la creación de un sistema democrático. Este organismo reemplazaría a la Comisión Federal Electoral que era presidida por el secretario de Gobernación y que estaba formada por representantes de los partidos políticos.
Había varias ideas, los consejeros nombrados por un grupo de notables, o nombrados por el Presidente de la República o por el Congreso de la Unión. Recientemente se mencionó la idea de hacerlo por insaculación de varios candidatos que tengan los requisitos y que fuera el Congreso el que los nombrara. Los primeros consejeros fueron escogidos no tanto por su participación política sino por su calidad académica y por su prestigio profesional, y esa primera selección fue un grupo de consejeros de buen nivel académico, con presencia pública y también con una representatividad ganada en sus opiniones tanto en libros como en periódicos. Pero había una realidad, el Congreso está formado por fracciones parlamentarias y las fracciones parlamentarias están sujetas a los partidos políticos, lo que auguraba que los nombramientos de consejeros tuvieran una motivación de facciones.
Es así como poco a poco fue encaminándose la conformación del Instituto por intereses partidistas. Cada vez hubo una mayor presencia en las decisiones nacionales y hubo naturalmente una solución pragmática, buscar cuotas que correspondieran más o menos a la conformación partidista del Congreso. Así es como los partidos grandes se dividieron los consejeros. En selecciones sucesivas, el Instituto representaba más a los intereses partidistas que a los de la sociedad. En el caso actual en que hay tres posiciones que llenar y hay tres partidos políticos llamados grandes, lo más probable es que se asignen cuotas y cada quien tenga un consejero y así continuar con la tendencia establecida.
Como cada partido, a través de sus diputados, elegiría un representante, en realidad este mecanismo trajo por resultado que el IFE haya dejado de ser, desde hace mucho tiempo, un instituto ciudadano para ser un organismo que responde a los intereses de los partidos políticos. Esto es algo que preocupa a muchos observadores porque estamos regresando al punto de partida, no tener un organismo que fuera imparcial sino que ahora tenemos un organismo que representa los intereses de los partidos.
En los veinte años en que ha intervenido en los procesos electorales ha sido respondiendo a las presiones partidistas. Esto es algo que entorpece la evolución democrática de México y que es necesario como podría lograrse que fuera realmente el IFE un organismo independiente, no sólo del gobierno sino también de las visiones partidistas y que fuera el testigo de calidad que representara realmente a la sociedad.
El papel del IFE es el de preparar, realizar, vigilar los procesos electorales y validar sus resultados. El requisito indispensable es que sea imparcial. Teóricamente ésa sería su cualidad esencial. Pero ¿Cómo puede serlo? Si en realidad los consejeros se han convertido en delegados partidistas. Lo ideal sería que representarán imparcialmente a la sociedad. ¿Cómo hacerlo si su nombramiento se lo deben a los partidos políticos?