Hace un par de días, un compañero de juego de tenis, sacó de su mochila y se comió un plátano en un descanso de nuestro partido. Mientras se lo comía nuestro amigo, que es ingeniero agrónomo, nos comentaba de todos los beneficios que nos da esta extraordinaria fruta.
Por ejemplo, nos decía, al momento de consumirlo aumenta la capacidad de resistencia y aporta una excelente combinación de hidratos de carbono y potasio, ambos esenciales para la actividad muscular. Además, nos explicaba, aporta vitaminas del grupo B, esenciales para la producción de energía en las células.
Un plátano mediano procura el 20 por ciento de la vitamina B6 que se precisa al día y el 12 por ciento del ácido fólico. Además, estas vitaminas protegen los sistemas inmunitario y nervioso. Luego, gracias al potasio, es efectivo para disminuir la hipertensión arterial. De hecho, un plátano proporciona alrededor del 15 por ciento de las necesidades diarias de potasio de un adulto.
Adicionalmente, nos ilustraba emocionado nuestro colega, los plátanos verdes mejoran el tránsito intestinal por su contenido en almidón e hidratos de carbono no asimilables, aunque también pueden ser, por estar verdes, nos decía divertido, que resulten indigestos y provoquen flatulencias. Por el contrario, los maduros se aconsejan en caso de diarrea porque suavizan la mucosa digestiva inflamada.
Por otro lado, nos revelaba, la notable alcalinidad del plátano permite combatir la acidosis (excesiva acidez de la sangre) y en general aumentar las reservas alcalinas del organismo. De hecho, bien maduro y tomado antes de las comidas, también neutraliza el exceso de acidez gástrica y calma los ardores de estómago.
Finalmente, nos afirmó, su consumo es útil para hacer frente a procesos reumáticos, artritis y gota. Ayuda, junto con una dieta de orientación vegana, a eliminar el exceso de ácidos retenidos en el organismo, y además su escaso contenido en sodio, combinado con la elevada presencia de potasio, evita la retención de líquidos y la formación de edemas. Es recomendable en casos de nefritis (inflamación de los riñones) y cálculos renales.
¡Wooau! Exclamé! preguntándole al mismo tiempo ¿y de dónde proviene este maravilloso fruto? A lo que me respondió que me iba a enviar un artículo que hablaba precisamente sobre el asunto. Y efectivamente, así lo hizo, y nos hemos dado a la tarea de transcribirlo aquí, el cual fue escrito por Chris Hunt y Rathnasiri Premathilake y publicado en The Conversation en julio de 2018. Veamos de que se trata...
En un mundo globalizado, rutinariamente transportamos enormes cantidades de alimentos alrededor del planeta para el comercio y también como apoyo a lugares muy marginados. Muchos países, incluido el Reino Unido, tendrían dificultades para alimentar a sus poblaciones si no contaran con la importación de alimentos. La mayoría de las personas están acostumbradas a poder comprar una amplia gama de productos que los agricultores nacionales tendrían dificultades, o encontrarían imposibles de cultivar. Un ejemplo típico es el plátano, que alguna vez fue una preciada novedad exótica, pero que ahora es un elemento básico en los supermercados de muchos países.
Los plátanos son uno de los productos más cultivados, comercializados y consumidos por los humanos, una parte esencial y muy apreciada de la dieta para muchas personas en todo el mundo. Los plátanos modernos son estériles y contienen solo pequeñas semillas residuales, por lo que las nuevas plantas de banano se propagan a partir de esquejes. El plátano domesticado estéril es el resultado del antiguo cruce entre especies silvestres. En contraste, los plátanos silvestres están llenos de semillas con forma de bala y contienen muy poca fruta comestible.
Los plátanos silvestres se pueden encontrar en los bosques húmedos y calientes de Nueva Guinea y el sur y sudeste de Asia, pero durante muchos años el origen de los plátanos domesticados fue un completo misterio. Encontrar evidencia antigua de plantas suaves y tiernas como los plátanos es extremadamente difícil en el mejor de los casos. El problema es peor en los bosques tropicales, debido a la rápida descomposición de la materia orgánica en el calor y la humedad.
Evidencia microscópica
La respuesta fue usar fitolitos, una técnica utilizada experimentalmente por primera vez a fines de la década de 1950 y adoptada por los arqueólogos en la década de 1970. Estas son pequeñas partículas de sílice de forma compleja depositadas en las células vegetales. El sílice es un mineral extremadamente duradero y los fitolitos de sílice han demostrado sobrevivir durante millones de años en circunstancias adecuadas. Los fitolitos han proporcionado una herramienta apasionante para los arqueólogos y paleobotánicos que exploran el origen y la historia de las plantas tropicales. Algunos fitolitos de bananas domesticadas son distintivos y, por lo tanto, nos brindan una herramienta para trazar su apariencia en los sedimentos antiguos.
Hace tiempo que sabemos que los fitolitos de las bananas cultivadas aparecen en el pantano de Kuk en Papua Nueva Guinea hace unos 6,800 años. Pero la forma en que se extendieron al mundo en general no ha sido clara, y ha llevado a mucho debate. Hallazgos posteriores incluyen los de Munsa, Uganda, hace 5,250 años, y Kot Diji en Pakistán, hace 4.250 años. Pero el estado de estos hallazgos como bananas domesticadas ha sido disputado.
Hemos estado investigando el uso de bosques tropicales antiguos en Sri Lanka y Borneo durante la mayor parte de los últimos 20 años. Ahora, en la cueva Fahien en Sri Lanka, en depósitos de aproximadamente 6,000 años de antigüedad, hemos descubierto fitolitos idénticos a los de los plátanos cultivados actualmente.
Las primeras personas para quienes tenemos evidencia llegaron a la Cueva Fahien quizás hace 46,000 años y la usaron como refugio regularmente pero de manera intermitente a partir de entonces.
La evidencia de fitolitos nos dice que desde el principio comían y usaban una variedad de plantas silvestres, como fruta del pan, durios, nueces de canario, especies de palma y bambú, y plátanos silvestres. Incluso hoy, las hojas, flores, frutos, tallos y rizomas de las dos especies de banano silvestre en Sri Lanka todavía se utilizan. Las observaciones etnográficas sugieren usos tan diversos como platos, envoltorios de alimentos, medicamentos, estimulantes, textiles, ropa, empaques, fabricación de papel, artesanías, adornos y también en actividades ceremoniales, mágicas y rituales.
Pero después de la aparición más temprana de los fitolitos de las bananas domesticadas, hace unos 6,000 años, descubrimos que los fitolitos de las bananas silvestres disminuyeron drásticamente.
¿Cómo llegaron los plátanos a Sri Lanka?
Menos de 1,000 años separan la primera aparición segura de fitolitos de bananas cultivadas en Kuk Swamp, el primer ejemplo de bananas domesticadas que alguien ha descubierto, y la primera aparición de fitolitos de plantas domesticadas en Sri Lanka. Es probable que sólo la dispersión por mar, transportada quizás por personas migrantes, haya sido lo suficientemente rápida como para llevar bananas domesticadas a Sri Lanka aproximadamente 800 años después de su primera aparición segura en Papua Nueva Guinea. Es posible que luego se hayan extendido al sur de Asia y África desde Sri Lanka, o que los plátanos les lleguen directamente, durante la misma migración.
Los antiguos estudios de ADN sugieren que el movimiento de poblaciones y la interconexión entre pueblos distantes en el mundo antiguo era notablemente común. Estos primeros viajeros parecen, en varias ocasiones, haber llevado consigo plantas alimenticias, especialmente cultivos básicos con almidón. Por ejemplo, en un artículo anterior, sugerimos el transporte de sagú de pantano desde Nueva Guinea a Borneo hace unos 10,000 años. Esto habría requerido un viaje por mar de más de 2,000 km, pero las semillas duraderas de esta importante planta de alimentos podrían haberse transportado fácilmente.
Sin embargo, debido a que los plátanos domesticados son estériles, la reproducción tiene que ser vegetativa, por lo que deben haberse llevado esquejes o plantas enteras. El transporte de plantas de banano o esquejes entre Papua Nueva Guinea y Sri Lanka habría estado lleno de dificultades, ya que probablemente ocurrió en canoas abiertas, una hazaña increíble, incluso si el viaje implicó muchos viajes durante muchos años.
Estos viajes heroicos también ocurrieron en tierra. Por ejemplo, el Proyecto FOGLIP de Martin Jones ha trazado la propagación del mijo, el trigo y la cebada en Asia desde el sexto milenio antes de Cristo. También se ha sugerido la dispersión antigua de mandioca desde el centro de Sudamérica a México y del maíz en la dirección opuesta.
¿Qué indica todo esto? Las conexiones e intercambios globales pueden percibirse como parte del mundo moderno, pero cada vez es más evidente que estas tendencias están profundamente arraigadas en nuestra prehistoria.
Fuente:
http://theconversation.com/prehistoric-people-started-to-spread-domesticated-bananas-across-the-world-6-000-years-ago-99547