Las evidencias aumentaron y más de 200 científicos de 30 países, plantearon a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que además de la transmisión por gotas respiratorias y el contacto directo con ojos nariz o boca, el virus SARS-COV-2 causante del COVID-19 se puede propagar por el aire.
“Me parece que la noticia tomó a las personas de sorpresa e incluso hubo gente que entró en pánico al decir es que se transmite por el aire, la gente imagina un poco que entonces sales a la calle y el virus está en el aire y te puedes enfermar. Yo creo que dista mucho de eso. Eso tiene relevancia particularmente para lugares cerrados”, dijo el doctor Juan Luis Mosqueda, infectólogo y director General de Hospital de Alta Especialidad del Bajío.
Este planteamiento ya había sido señalado por el mexicano Premio Nobel de Química, Mario Molina, quien aclaró que las partículas son tan pequeñas que no pesan y se comportan como el humo de cigarro, pero mientras más ventilado esté el espacio, habrá menor concentración de virus y menor riesgo de contagio.
“Son partículas de menos de 5 micras de tamaño, nosotros tenemos mucha experiencia con esas partículas porque son las que están conectadas con contaminación del aire. La Organización Mundial de la Salud y la CNC de Estados Unidos no estaban tomando en cuenta esa posibilidad de que las partículas pudieran servir para contagiarse, si no nada más las gotas, sabemos que las gotas -que es lo que creían antes- no viajan mucho, nada más se caen al suelo cerca. En cambio estas partículas pequeñas, son tan pequeñas que no pesan, entonces es como el humo de un cigarro, en un cuarto cerrado puede llegar de una esquina a otra y pueden durar decenas de minutos, pero al aire libre en general. Si hay buena ventilación, entonces las partículas se las lleva el viento, se diluyen”, explicó el doctor Mario Molina, Premio Nobel de Química.
Pese que la OMS ha reconocido oficialmente la transmisión aérea del nuevo coronavirus, aún no se emiten lineamientos que modifiquen las prácticas de prevención y control en ninguna parte del mundo.
“Estos estudios experimentales no logran reproducir las condiciones naturales en las que un ser humano podría estar produciendo estos aerosoles en términos de la concentración de los virus y la densidad de las partículas infectantes. Se espera que la comunidad científica siga aportando conocimiento al respecto”, insistió Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud.
Para científicos e infectólogos, no hay tiempo que esperar. Aseguran que el distanciamiento social y el lavado de manos, ya no son suficientes. Piden que se incluya la ventilación en espacios cerrados a las políticas públicas y que el uso de mascarillas sea obligatorio.
“En vista de que los aerosoles pueden permanecer por tiempo indefinido suspendidos en el espacio, tendríamos que evitar en la medida de lo posible cualquier reunión en lugares cerrados para asegurar que los aerosoles se diluyan en el ambiente. Ahora, el uso de tapabocas sería extremadamente importante y se volvería de uso universal”, reiteró Jorge Baruch, vocero del comité de expertos para COVID-19, de la UNAM.
“Todos los transportes públicos deberían estar con las ventanillas abiertas para que esté circulando el aire y no ocurra esta transmisión y esto lo debemos llevar también a oficinas y en su momento, cuando se retomen las actividades escolares- a los salones de clase”, agregó el doctor Mosqueda.
“Todavía no se toman esas medidas con suficiente rigidez y por eso continúa creciendo el virus”, concluyó el doctor Mario Molina, Premio Nobel de Química.