Investigadores de la Universidad de California en San Francisco plantean una interesante hipótesis, que establece que los cubrebocas actúan como un elemento de variolización, haciendo que si nos infectamos usándola, la enfermedad que adquirimos sea asintomática.
¿Qué es la variolización?
La viruela fue, desde la antigüedad, una plaga que afectaba a todas las capas de la sociedad..
Debido a su alta mortalidad y a severas secuelas estéticas, la humanidad trató desde tiempos inmemoriales de desarrollar algún tipo de tratamiento preventivo contra la enfermedad.
Se piensa que, practicantes médicos desarrollaron un método de control de la enfermedad a la que llamaron variolización, cuyo fundamento era la observación de que una persona que sufría de la enfermedad se volvía inmune a ella, es decir, no volvía a enfermarse jamás.
La inmunidad por exposición
Movidos por razonamientos desconocidos, la variolización consistía en obtener material fresco de las ampollas causadas por la viruela e inyectarlas mediante un raspado en la piel de personas sanas para evitar la enfermedad.
La persona variolizada desarrollaba una viruela tan leve que disminuía el daño causado por la enfermedad.
¿Los cubrebocas generan inmunidad al COVID-19?
Los investigadores de la Universidad de California postulan que el uso de los cubrebocas durante esta pandemia de COVID-19 actuaría como un elemento de variolización. Es decir, que si una persona se infecta usando un cubrebocas, la carga viral sería tan poca, que terminaría causando una forma asintomática de la enfermedad.
En ese sentido, mencionan que en sociedades en donde el uso de los cubrebocas es casi universal la proporción de casos asintomáticos es de 80%, mientras que en sociedades en donde el uso de las mascarillas no es generalizado, la proporción de casos asintomáticos es del 40%.
Citan también dos situaciones en las que los cubrebocas produjeron un alto número de casos asintomáticos. La primera en un barco argentino y la segunda en una planta procesadora de carnes, en las que, gracias a los cubrebocas repartidas muy temprano en el brote, la proporción de asintomáticos llegó a ser de 81% y 95%, respectivamente.
Obviamente, dicen los investigadores, su hipótesis solo podría ser probada comparando la proporción de casos de COVID-19 en sociedades que usen y no usen cubrebocas, algo muy difícil de hacer.
En resumen, la hipótesis es muy atractiva y agrega otro potencial beneficio al uso de los cubrebocas para prevenir la enfermedad.