El cerebro es una de esas cosas enigmáticas, interesantes y casi increíbles: se nombró a sí mismo (y en muchos idiomas); yo lo estoy usando ahora para escribir sobre él y ustedes lo usarán para aprender un poco más de él.
Conócete a ti mismo
Nuestro cerebro está muy bien protegido dentro del cráneo, así que para conocerlo más a fondo necesitamos pasar esa barrera natural, que impide que se dañe con facilidad.
Por eso quizá sus primeras observaciones ocurrieron de forma horriblemente accidental. Así es como se describe una herida que dejó el cráneo abierto de algún infortunado obrero egipcio de hace unos 4000 años:
“Al examinar la herida se puede tocar la víscera del cráneo (el cerebro), palpándose unas ondulaciones parecidas a las escorias del cobre fundido. A veces el cerebro late bajo los dedos de la misma forma que las fontanelas de los niños pequeños”.
Luego las observaciones no fueron totalmente accidentales, cuando los griegos, en Alejandría, hicieron común el estudio del interior del cuerpo humano a través de la disección de cadáveres: donde se pudo observar más de las características de este órgano, como un aparente color grisáceo.
Cerebro o corazón
Pero conocer cómo era el cerebro durante un tiempo no fue garantía para saber exactamente para qué funcionaba en el cuerpo.
Aristóteles pensaba que era importante pero solo como una especie de radiador que mantenía al corazón funcionando adecuadamente.
Muchos pensadores de la Grecia clásica consideraban que el corazón era el órgano principal del cuerpo: que ahí residían las emociones y otras funciones.
Sin embargo, ya desde entonces también hubo quienes pensaron que el cerebro podría tener una función más importante que el corazón: el médico romano Galeno, fue uno de los primeros en sugerir que dentro de los hemisferios del cerebro y sus fluidos residía la personalidad y otras funciones del cuerpo.
¿De qué color ves a este cerebro?
Tal vez en los últimos tiempos han participado en acalorados debates en línea sobre el color de un vestido o unos zapatos, y a final de cuentas las diferencias que encontramos en esos casos tienen que ver en buena parte con nuestros cerebros.
Pero en realidad el debate del color del cerebro es mucho más cerrado que esos otros relacionados con ilusiones cromáticas: si está vivo, su exterior tiene un ligero tinte rosado, debido a los vasos capilares llenos de sangre que lo recorren y oxigenan.
¿Por qué entonces hablamos de materia gris? A lo que llamamos así es a su exterior o corteza cerebral que está formado por un tejido que contiene los cuerpos celulares de las neuronas, también denominados somas.
Lo hacemos en contraposición a la materia blanca que está en su interior y contiene los axones, o fibras nerviosas.
Aunque en realidad todo el tejido cerebral vivo tiene un color rosado, cuando el cerebro muere y deja de haber irrigación de sangre, la corteza cerebral tiene un color grisáceo y el interior un color ligeramente más claro.
Pero entonces mi cerebro que escribió esto y su cerebro que lo leyó, como están vivos deben tener un saludable color rosa, que espero, conserven mucho tiempo.
Vía: Fayerwayer