A muchos de nosotros nos gusta tomar refresco: su sabor dulce, las burbujas que lo hacen tan divertido, y es muy posible que hayamos adquirido ese gusto desde niños.
Ahora que somos adultos sabemos que aunque es un antojo que podemos satisfacer de vez en cuando, no es recomendable que lo hagamos todos los días.
Pero podríamos preguntarnos si las consecuencias de tomar refrescos en exceso son más graves en los niños que en los adultos.
Problemas de almacenamiento
El sobrepeso y la obesidad se han convertido en los últimas década en un problema de salud pública mundial.
La Organización Mundial de la Salud define al sobrepeso y la obesidad como:
“una acumulación anormal o excesiva de grasa que supone un riesgo para la salud”.
Fuente: OMS
Resulta que al evolucionar los seres humanos nuestro cuerpo se volvió muy eficiente en almacenar la energía que no consumimos, para que la tuviéramos disponible cuando no hubiera alimentos.
Nuestras células usan energía que proviene de los carbohidratos: los azúcares y almidones, pero cuando no se usa toda una parte se almacena como glucógeno en el hígado, pero la mayor parte se transforma en grasa, que se acumula como tejido adiposo.
Esa forma le resultó muy adecuada a nuestros antepasados nómadas o a los primeros agricultores, quienes no siempre tenían suficiente comida.
Pero para nosotros que nos basta caminar unos pasos al refrigerador para conseguir todo tipo de alimentos nos ha causado un problema de almacenamiento: la obesidad y el sobrepeso resulta de que consumimos muchas más calorías de las que nuestro cuerpo necesita cada día.
Calorías burbujeantes y vacías
Los refrescos y otras bebidas azucaradas contienen una gran cantidad de azúcares libres, que además van acompañadas de pocos nutrientes: por eso se les llama “calorías vacías”.
Por supuesto que los refrescos no son la única fuente de esas calorías vacías, pero constituyen una buena parte de los azúcares libres que ingerimos niños y adultos en todo el mundo.
Una lata de refresco contiene el equivalente a 3 cucharadas de azúcar, que corresponde a una cantidad mayor, de la ingesta diaria de azúcares recomendada, tanto para niños como para adultos.
Con esto no debe sorprendernos que la obesidad sea un problema generalizado en el mundo, pero sí puede alarmarnos saber que es algo que se presenta en niños muy pequeños.
Según datos de la OMS en 2016 en todo el mundo había 41 millones de niños menores de 5 años con sobrepeso.
Por favor, quiere alguien pensar en los niños
Uno de los problemas que se ha identificado es que un bebé o niño pequeño con sobrepeso en su adolescencia o juventud puede tener diabetes, hipertensión y problemas cardiovasculares, que lo pueden llevar a una muerte temprana.
Y sí, una de las razones por la que los niños, pequeños y no tan pequeños, tienen sobrepeso es porque consumen una gran cantidad de calorías vacías y una buena parte de ellas vienen de refrescos y otras bebidas azucaradas.
Peor aún, muchos niños con sobrepeso están desnutridos: porque la mayor parte de las calorías que consumen, no vienen acompañadas de otros nutrientes, como sí pasaría, si comieran frutas y verduras.
Y suele pasar que muchas veces el consumo de refrescos desplaza la ingesta de otros alimentos como la leche, por lo que si los niños consumen demasiado refresco pueden tener deficiencia de calcio, que les puede ocasionar otros problemas de salud o hacerlos propensos a tener fracturas.
Sin contar por supuesto con que la mayoría de los refrescos son ácidos y su consumo constante deteriora el esmalte dental, así que tienen más posibilidades de tener caries.
Al final las consecuencias de tomar demasiado refresco son muy similares en niños que en adultos, sin embargo el hecho de empezar la vida con tantos problemas de salud no suena prometedor para el futuro de un niño, ni de la humanidad entera.
Así que si ustedes tienen algún niño cerca, pueden acercarle opciones adecuadas de alimentación que al crecer le ayuden a tomar mejores decisiones, y menos refrescos.