En un terreno conocido como la Superficie Pisoteada de Matalascañas, arqueólogos han identificado huellas pertenecientes a elefantes bebés.
La manada
Hace más de 30 mil años, durante el Pleistoceno tardío, el elefante de colmillos rectos (Palaeoloxodon antiquus) vagaba por Europa occidental. Este gigantesco animal medía hasta 4,5 metros de altura, es decir, era tan grande como un rinoceronte prehistórico, el cual recorrió Euroasia hace millones de años.
Los arqueólogos detrás del descubrimiento utilizaron la longitud de las huellas para estimar la altura y peso de los elefantes. De acuerdo a lo publicado en Scientific Reports, los individuos más jóvenes no tenían más de dos meses cuando dejaron su huella; pero ellos no caminaban solos. Parece ser que en total la manada estuvo formada por al menos tres madres elefantes (mayores de 15 años) y 14 recién nacidos y adolescentes.
Además, los especialistas mencionan que solo dos huellas particularmente grandes podrían vincularse definitivamente a machos adultos de más de 7 toneladas. Basándose en la evidencia, ellos sugieren que el sitio fue usado por grupos matriarcales principalmente para la reproducción.
Agua fresca
Aunque hoy en día la zona es una playa, hace miles de años había ahí un estanque ocasional rodeado de vegetación, donde los elefantes acudían a refrescarse. También dejaron sus huellas ahí docenas de neandertales, tanto viejos como jóvenes, solos y en grupos.
De hecho, los investigadores afirman que las fechas de las huellas fosilizadas de los neandertales y los elefantes en este sitio se superpusieron en una pequeña escala de tiempo. Esto sugiere que los humanos estuvieron allí para algo más que agua fresca.
Parece ser que los neandertales frecuentaban el sitio para cazar elefantes hembras o crías en lugar de elefantes machos adultos, que hubieran sido demasiado riesgosos. Incluso habrían esperado a que una madre elefante entrara en trabajo de parto antes de atacar.
La hipótesis se apoya en que las manadas de elefantes de colmillos rectos parecen haber sido dirigidas por hembras. Sus grupos tendían a acercarse más al agua, ya que sus crías necesitaban beber más y no podían moverse a grandes distancias tan fácilmente como los machos adultos.
Un triste escenario
Los primeros humanos pudieron haber descubierto esto y esperar su momento para atacar. Dos de las huellas encontradas en realidad lucen como si un elefante mayor estuviera desacelerando su paso para proteger a uno más joven a su lado. Sí, es posible imaginar esta escena a partir de una huella.
«Los elefantes son relativamente fáciles de localizar debido a su dependencia con los recursos hídricos y las huellas claras que dejan», escriben los autores.
Rara vez hemos podido hallar evidencia directa de que los primeros humanos cazaron elefantes prehistóricos. No obstante, se han encontrado restos óseos de estos monumentales mamíferos descuartizados con herramientas humanas cercanas en algunos sitios arqueológicos.
Incluso las huellas nos dicen que para los primeros humanos ni los animales más grandes fueron un verdadero problema.