Proteínas deformes
El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a más de 40 millones de personas en el mundo y que inicia con la acumulación en el cerebro de la proteína beta-amiloide. Aunque la ciencia aún no ha dado con un tratamiento, algunos investigadores han apostado por la prevención y han desarrollado una vacuna contra la proteína que desencadena todo.
Cuando la proteína beta amiloide se desnaturaliza, es decir, pierde su forma tridimensional, se acumula formando las denominadas placas seniles. Lo mismo ocurre con la proteína tau, que genera nudos enredados llamados nudos neurofibrilares. Las hipótesis apuntan a que es la proteína beta amiloide la primera es perder su forma y es a ella a quien apunta la vacuna.
Aunque solemos asociar a las vacunas con la prevención de enfermedades infecciosas, estas también pueden ser usadas para preparar al cuerpo en su defensa contra otras moléculas no infecciosas.
En ese sentido, los científicos han desarrollado varias vacunas pero, traducir los hallazgos de modelos murinos a humanos garantizando la seguridad es un desafío. Además, el sistema inmunológico se vuelve menos efectivo con el envejecimiento y no responden igual ante las vacunas. Por ello, hasta la fecha ninguna vacuna contra el Alzheimer ha sido aprobada.
Sin coadyuvantes
Un nuevo estudio dirigido por la Universidad Sur de Florida (USF Health) describe una nueva vacuna terapéutica para la enfermedad de Alzheimer, que utiliza las propias células inmunitarias del cuerpo para atacar el beta-amiloide. Este enfoque evita un problema con los coadyuvantes usados para potenciar el efecto de las vacunas cuando el sistema inmune está debilitado. Los coadyuvantes sobreestimulan las defensas del organismo y generan inflamación pero, la vacuna soluciona esta desventaja.
Asimismo, el estudio mostró mejoras efectivas en la producción de anticuerpos y la memoria en ratones vacunados. Los hallazgos fueron publicados en Journal of Alzheimer’s Disease.
«Esta vacuna terapéutica utiliza las propias células inmunes del cuerpo para atacar las proteínas tóxicas que se acumulan de manera dañina en el cerebro», explica el Dr. Chuanhai Cao.
Las células empleadas por la vacuna son las dendríticas, células que estimulan las respuestas inmunitarias y se comunican con otras como las células B y T. Este tipo especial de células inmunitarias se «cargan» con con una versión modificada de beta-amiloide para que el cuerpo pueda detectar y destruir las reales.
“Debido a que usamos células dendríticas para generar anticuerpos, esta vacuna puede coordinar la inmunidad tanto innata como adquirida con el objetivo de superar potencialmente las deficiencias del sistema inmunológico relacionadas con la edad”, agrega el Dr. Cao.
Ratones con Alzheimer
El equipo de Cao probó la vacuna en ratones modificados genéticamente para producir altos niveles de beta-amiloide y desarrollar dificultades cognitivas similares a las de humanos con enfermedad de Alzheimer. Algunos ratones recibieron la vacuna de células dendríticas con beta amiloides y, otros ratones solo recibieron células dendríticas.
Los primeros produjeron anticuerpos contra beta-amiloide en sus cerebros y sangre. También mostraron mejoras en los síntomas. Por ejemplo, en las pruebas de memoria, los ratones vacunados se desempeñaron de manera similar a los ratones sanos.
Es importante señalar que la vacuna no provocó una respuesta inflamatoria en los ratones, razón por la cual otras vacunas no prosperaron.
«La inflamación es un síntoma principal de la enfermedad de Alzheimer, por lo que cualquier posible tratamiento con inflamación neural como efecto secundario esencialmente derrama gas sobre el fuego«, explica el Dr. Cao.
En el futuro, el equipo espera que la vacuna pueda servir para detener la progresión de la enfermedad de Alzheimer en humanos. Sin embargo, serán necesarios más estudios para confirmar que la vacuna puede producir anticuerpos de larga duración y es segura de usar en personas.