En todo el mundo, un 39% de los hombres y un 9% de las mujeres consumen tabaco, y se sabe que los fumadores de tabaco (en pipas, cigarrillos y otras formas de consumo) tienen un mayor riesgo de desarrollar un caso grave y de morir por COVID-19.
En España se realizó una investigación que aportó más detalles sobre cuál es el impacto del consumo de tabaco en la evolución de la infección por el coronavirus.
Se trata de una investigación retrospectiva basada en datos de 14.260 pacientes del Registro SEMI-COVID-19 de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI). Los datos fueron recolectados entre febrero y septiembre de 2020. El trabajo reveló que los pacientes que consumían tabaco en ese momento o que lo habían hecho en el pasado y que fueron hospitalizados en el contexto COVID-19 presentaron peor evolución y pronóstico (mayor tasa de mortalidad, ingreso en unidad de terapia intensiva y reingreso al mes) que los pacientes sin este hábito de consumo.
Alejandro Videla, presidente de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria y jefe del servicio de Neumonología y medicina del sueño del Hospital Universitario Austral de Argentina, dijo: “Los resultados del estudio realizado en España es coherente con otros trabajos previos que el consumo de tabaco aumenta el riesgo de mala evolución si la persona adquiere la infección por el coronavirus”.
El estudio español fue liderado por médicos internistas de SEMI y se publica en la revista Medicina Clínica. Se describen y exploran, de forma comparativa, las características clínicas y pronóstico en COVID-19 de los pacientes hospitalizados por SARS-CoV-2 incluidos en la investigación, que fueron divididos en dos grupos: con hábito activo o pasado de tabaquismo o no fumadores. A todos ellos, se les realizó un seguimiento hasta un mes después del alta.
Un estudio en España con 14.260 pacientes analizó datos entre febrero y septiembre de 2020. Los fumadores con COVID-19 tienen peor pronóstico (Getty Images).
La mediana de edad de los pacientes incluidos en el estudio fue de 68,6 años, con un 57,7% de varones. El grupo con tabaquismo presentó mayor edad (69,9 años), predominio masculino (80,3%) y mayor índice de comorbilidad de Charlson. Ese índice es un sistema de evaluación de la esperanza de vida a los diez años, en dependencia de la edad en que se evalúa, y de las comorbilidades de la persona.
La evolución fue peor en los pacientes con hábito activo o pasado de tabaquismo. Presentaron una mayor tasa de ingreso en unidad de cuidados intensivos (10,4 frente a 8,1%), mayor mortalidad intrahospitalaria (22,5 vs. 16,4%) y reingreso al mes (5,8 vs. 4,0%) que el grupo sin tabaquismo.
Respecto a la clínica que presentaban, la sensación de falta de aire era más frecuente en los pacientes con tabaquismo, mientras que la fiebre y los síntomas gastrointestinales en los pacientes sin tabaquismo. Además, los pacientes con tabaquismo ingresaban con saturación de oxígeno menor al 90% en un porcentaje mayor que los pacientes sin tabaquismo. Los pacientes con tabaquismo también presentaban un porcentaje mayor de parámetros analíticos de mal pronóstico.
Globalmente, un 8,8% precisaron ingreso en unidad de terapia intensiva, y fue más frecuente en los pacientes del grupo tabaquismo (10,4% vs. 8,1%). La necesidad de ventilación mecánica no invasiva o invasiva fue también mayor en los pacientes del grupo de tabaquismo (6,5 vs. 4,5% y 8,0 vs. 6,6%, respectivamente). Además, estos también recibieron antibioterapia empírica (91,0 vs. 88,6) y tratamientos inmunosupresores o inmunomoduladores en porcentajes superiores, como los corticoesteroides en un 41,0% en el grupo de tabaquismo vs. 33,8% en el de sin tabaquismo.
El grupo con tabaquismo presentó más complicaciones y mortalidad durante el ingreso que el grupo sin tabaquismo (52,5% vs. 48,3% y 22,5% vs. 16,4%, respectivamente). El síndrome de distrés respiratorio agudo fue la complicación más frecuente en ambos grupos (con un 28,8% de distrés moderado-severo en el grupo de tabaquismo vs. 22,2% en el de sin tabaquismo). También presentaron más frecuentemente empeoramiento radiológico y progresión de la enfermedad los pacientes del grupo con tabaquismo que los del grupo sin tabaquismo (42,6 vs. 36,5% y 30,2 vs. 23,0%, respectivamente). Tras el alta hubo más reingresos al mes, pero no más mortalidad, en el grupo con tabaquismo.
Respecto a las diferencias entre fumadores y exfumadores, en el estudio se observó que los exfumadores eran de mayor edad, con un mayor porcentaje de varones, índice de comorbilidad de Charlson y de dependencia moderada-severa. También tenían más factores de riesgo cardiovascular y comorbilidades (aunque no hubo diferencias en las enfermedades respiratorias ni en insuficiencia renal).
Según la Sociedad Española de Medicina Interna, se debería considerar al tabaco como un factor de riesgo de mala evolución cuando un paciente con COVID-19 es hospitalizado (REUTERS/Pascal Rossignol).
Los síntomas clínicos y parámetros analíticos fueron similares, al igual que los ingresos en UCI y la necesidad de ventilación. Sin embargo, los exfumadores precisaron en mayor porcentaje tratamiento inmunomodulador y antibiótico y tuvieron más complicaciones en el ingreso (23,6 vs. 17,6%), empeoramiento radiológico y progresión de la enfermedad, así como reingresos.
Los investigadores concluyeron, a falta de más estudios prospectivos, “dado que nuestros datos van en favor de que los pacientes expuestos al tabaco presentan una evolución desfavorable de la enfermedad con aumento de mortalidad e ingreso en UCI, consideramos necesario entender al tabaco como un factor de riesgo de mala evolución, y realizar una valoración adecuada del antecedente de tabaquismo al ingreso”. Reiteran que ello “podría ayudarnos a plantear la estrategia de manejo de los pacientes hospitalizados”.
El doctor Videla también comentó que hubo un estudio en Inglaterra que se hizo a través de una app en celulares. Los fumadores también tuvieron más síntomas por la enfermedad COVID-19. En ese estudio, también se sugiere que al fumar tabaco, las personas tienen mayor riesgo de contagio del coronavirus.
El estudio británico fue publicado en la revista Thorax, con datos analizados por el Imperail College de Londres. Más de 2,4 millones de participantes en el estudio del Reino Unido registraron los síntomas y el ingreso en el hospital en la aplicación. De los participantes en la aplicación, el 11% eran fumadores. Se trata de una proporción inferior a la de la población general del Reino Unido, que es del 14,7%, pero refleja la demografía de la muestra autoseleccionada del Estudio de Síntomas ZOE COVID.
Mientras que más de un tercio de los usuarios declararon no sentirse físicamente bien durante el periodo de estudio, los fumadores actuales eran un 14% más propensos a desarrollar la clásica tríada de síntomas que sugieren el diagnóstico de COVID-19: fiebre, tos persistente y dificultad para respirar - en comparación con los no fumadores.
Los fumadores actuales en el estudio británico también eran más propensos a tener una mayor carga de síntomas que los no fumadores. Los fumadores tenían un 29% más de probabilidades de declarar más de cinco síntomas asociados a la COVID-19 y un 50% más de probabilidades de declarar más de diez. Un mayor número de síntomas sugiere una COVID-19 más grave. Además, los fumadores actuales que dieron positivo en el testeo tenían más del doble de probabilidades que los no fumadores de acudir al hospital.
Desde la OMS se recomendó a los fumadores de tabaco buscar ayuda para dejar de consumir cuanto antes en el contexto de la pandemia (Archivo).
En mayo del año pasado, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director General de la OMS, había advertido que “entre los fumadores, el riesgo de enfermedad grave y muerte por COVID-19 se incrementa hasta en un 50%, por lo que dejar de fumar es lo mejor que pueden hacer los fumadores para reducir el riesgo que entraña el coronavirus, y también el riesgo de desarrollar cáncer, enfermedades cardíacas y respiratorias”. El funcionario agregó: “Instamos a todos los países a que contribuyan uniéndose a la campaña de la OMS y creando entornos sin tabaco que ofrezcan la información, el apoyo y las herramientas que las personas necesitan para dejar el tabaco, y dejarlo para siempre”.
Para dejar de consumir tabaco, la OMS recomienda establecer lo antes posible un día exacto para dejar de fumar. Decirle antes a los amigos, los familiares y los colegas de trabajo para que puedan acompañar al fumador o fumadora en el proceso de cambio. Se deberían anticipar posibles obstáculos que se puedan presentar, y eliminar cualquier producto de tabaco de su entorno inmediato.