Desde 2006, psicólogos de la Universidad de Notre Dame en Indiana han estado investigando lo que se conoce como el «efecto puerta». En un estudio, utilizaron una configuración de realidad virtual para mostrar que la memoria en una habitación de sus voluntarios disminuía una vez que cruzaban una puerta hacia otra habitación.
Los autores proponen una explicación en tres partes: nuestros recuerdos se dividen en episodios; nos resulta más complicado recordar información de episodios anteriores; y, lo que es más importante, cuando cruzamos una puerta, se crea un nuevo episodio o «límite del evento» (haciendo así que sea más difícil recordar nuestro propósito, almacenado en el episodio de memoria anterior).
Estos resultados han implicado que hay algo casi mágico en los efectos de las puertas en nuestro cerebro. Sin embargo, este año un equipo de la Universidad de Queensland pintó una imagen más matizada. Descubrieron que pasar por puertas que unían habitaciones idénticas en su mayoría no afectaba la memoria, tal vez porque no había suficiente cambio de contexto para crear un límite de evento significativo.
Fue solo cuando estos investigadores distrajeron a sus voluntarios con una tarea secundaria simultánea que las puertas entre habitaciones idénticas afectaron la memoria.
El equipo de Queensland indicó que esto concuerda con la experiencia cotidiana en el sentido de que, principalmente cuando estamos distraídos, con la mente en otras cosas, nos inclinamos a llegar a una habitación y olvidarnos de lo que vinimos a buscar. También sugiere que es más probable que ocurra el efecto de entrada cuando hay un cambio significativo en el contexto, por ejemplo, si dejas la sala de estar por el jardín.
Los nuevos resultados apuntan a una cura potencial: intenta mantenerte enfocado en tu propósito cuando pases por una puerta (o sino puedes escribir una nota en el dorso de tu mano).
Fuente: ScienceFocus