La representación artística de “La Última Cena” encierra secretos más terrenales que la ciencia busca revelar, por ello el exprofesor de la Universidad de Cornell, Brian Wansink, evaluó el tamaño de las proporciones en pinturas de “La Última Cena” desde el año mil hasta hoy.
Wansink observó 52 cuadros que mostraron que la proporción del plato principal aumentó 69.2%, el tamaño del pan 23.1% y otros platos 65.6%. Estas obras también mostraron los hábitos culturales de alimentación de la sociedades de los artistas de ese entonces, que van desde pan sin levadura y el vino tinto de la pascua judía.
Elección de alimentos
Mientras que los investigadores de la Universidad de Basilea, Suiza, Malte Friese y Eilhiem Hofman, evaluaron la elección de los alimentos dentro de las representaciones artísticas de “La Última Cena”, entre ellos, se encontraron con refrescos o chocolates locales o extranjeros, lo que indicó que las personas eligen “algo que sienten suyo” como su último alimento.
Efecto última cena
El llamado “efecto última cena” arrojará pistas en el futuro. Así se le llama a las características microscópicas que se forman en los dientes como resultado de la masticación antes de morir, una técnica útil tanto en ecología como en arqueología.
Por su parte, la investigadora de la Universidad Gutenberg Mienz, en Alemania, Daniela Winkler y un equipo evaluaron la velocidad de cambio en las marcas de masticación en ratas de laboratorio, antes de la muerte.
Los experimentos, Wilker detalla, demostraron que las características de microdesgaste comienzan a formarse en cuestión de horas, pero la formación de marcas de una dieta específica se da entre 16 y 24 días.