Uno de los depredadores más terroríficos de la historia fue el megalodón (Otodus megalodon), un enorme tiburón que pobló los mares de todo el planeta hace entre 15 y 3,6 millones de años. Realmente se sabe muy poco sobre el aspecto de este animal, del que solo se conservan dientes y vértebras, pero los científicos coinciden acerca de su enorme tamaño, que estiman entre los 15 y los 20 metros de longitud.
Ahora, un grupo de científicos de la Universidad DePaul (Chicago, EE.UU.) han publicado un estudio en el que sostienen que el tamaño máximo que podía alcanzar el megalodón se incrementaba cuanto más frías eran las aguas en las que vivía. Los investigadores han estudiado los diversos lugares en los que se han hallado fósiles de este animal y observan que los restos más pequeños coinciden con las áreas más cercanas al ecuador, mientras que los de mayor tamaño se ubican más cerca de los polos. Tomando las medidas máximas estimadas para la especie (15 y 20 metros), esto supondría una variación de hasta el 33%.
Esta variación no había pasado inadvertida a la comunidad científica, pero hasta ahora se explicaba con la hipótesis de que las áreas del ecuador eran zonas de cría – tal y como hacen otros animales como las ballenas jorobadas – y que los fósiles encontrados en esas latitudes correspondían a ejemplares juveniles. Lo que los autores del estudio proponen es que, sencillamente, los megalodones que vivían en aguas más cálidas veían limitado su crecimiento debido a un patrón llamado regla de Bergmann: esta regla, propuesta por el biólogo Carl Bergmann, señala que los animales homeotermos (es decir, aquellos cuya temperatura corporal se mantiene dentro de un rango fijo independientemente de la temperatura exterior) tienden a alcanzar un mayor tamaño cuanto más frío es el clima en el que viven, puesto que al tener menos superficie corporal respecto al volumen total de su cuerpo, conservan el calor con más eficiencia.
Michael Griffiths, coautor del estudio, señala que "los resultados tienen implicaciones importantes para comprender cómo el cambio climático moderno está acelerando rápidamente los cambios de hábitat marino a latitudes más polares en los superdepredadores como los tiburones".
El señor de los mares
A pesar de que el megalodón es uno de los depredadores prehistóricos más icónicos, resulta sorprendente lo poco que sabemos sobre él. Su nombre científico, Otodus megalodon, significa “gran diente”, algo que resulta muy apropiado puesto que de él solo se han encontrado dientes y algunas vértebras, por lo que no se sabe ni siquiera qué aspecto podría haber tenido; aunque generalmente se tome como modelo al gran tiburón blanco, lo cierto es que para encontrarles un antepasado común hay que remontarse a los inicios del periodo Cretácico.
Su importancia radica, además de su espectacular tamaño, en ser el último representante de los otodóntidos, un linaje de tiburones de gran tamaño que vivieron durante gran parte de la era cenozoica, el periodo geológico inmediatamente posterior a la extinción de los dinosaurios y que llega hasta la actualidad. En términos de edad terrestre, su desaparición es relativamente reciente (hace “solo” 3,6 millones de años), por lo que estudios como el actual pueden ayudar a entender cómo se adaptaron al clima cambiante a lo largo de los tiempos. Sus implicaciones pueden extrapolarse a otros animales cuya desaparición coincide con grandes cambios climáticos, como las numerosas especies de megafauna que desaparecieron con el final de la última edad de hielo.