Durante décadas, el tema del largo cuello de las jirafas ha sido uno de los grandes debates de la biología evolutiva. Ahora, el estudio de los fósiles de un extraño jiráfido primitivo sugiere que su origen podría estar en la competición, no a la alimentación.
La investigación dice que, más allá de la presión por llegar a las ramas altas de los árboles para alimentarse, el cortejo por las hembras y la jerarquía social fueron los principales motores para el crecimiento del cuello de las jirafas.
El estudio, es dirigido por investigadores del Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología (IVPP) de la Academia de Ciencias China, se ha publicado este jueves en la revista Science.
Fueron analizados los restos fósiles -un cráneo completo y cuatro vértebras cervicales- de un ejemplar de Discokeryx xiezhi, un raro tipo de jirafa del Mioceno temprano (hace unos 17 millones de años), que debe su nombre al 'xiezhi', una criatura legendaria de la mitología china.
Al ver los huesos, verificaron que sus vértebras cervicales eran muy grandes y sus articulaciones, entre la cabeza y el cuello y entre las vértebras cervicales, mucho más complejas que cualquier otro mamífero.
También, el equipo demostró que las articulaciones entre el cráneo y las vértebras cervicales de Discokeryx xiezhi estaban bien adaptadas a los impactos de alta velocidad entre cabezas y que esta estructura era mucho más eficaz que en animales actuales, como los bueyes almizcleros, que están adecuados al impacto de la cabeza.
Los autores concluyen que Discokeryx xiezhi pudo haber sido el vertebrado mejor adaptado a los impactos con la cabeza.
"Tanto las jirafas vivas como el Discokeryx xiezhi pertenecen a la Giraffoidea, una superfamilia. Y aunque las morfologías de sus cráneos y cuellos difieren mucho, ambos están asociados a las luchas de cortejo de los machos y ambos han evolucionado en una dirección extrema", dice Wang Shiqi, primer autor del estudio.
El equipo comparó la estructura de los cuernos de varios grupos de rumiantes, como los jirafósidos, el ganado vacuno, las ovejas, los ciervos y los berrendos y descubrieron que la diversidad de cuernos en las jirafas es mucho más grande que en otros grupos, lo que indica que las luchas de cortejo son más intensas y diversas en las jirafas que en otros rumiantes.
También examinaron el entorno ecológico de Discokeryx xiezhi y el nicho que ocupaba.
La Tierra se encontraba en un periodo cálido y, en general, con una gran densidad de bosques, pero la región de Xinjiang, donde vivía el Discokeryx xiezhi, era algo más seca que otras áreas porque la meseta tibetana, al sur, se había elevado drásticamente, bloqueando así la transferencia de vapor de agua.
"Los isótopos estables del esmalte dental han indicado que el Discokeryx xiezhi vivía en praderas abiertas", un entorno más árido y menos confortable que el del bosque que pudo generar estrés de supervivencia en estos animales, dice Meng Jin, coautor del estudio.
Cuando apareció el género Giraffa, el entorno era muy parecido. Hace unos siete millones de años, la meseta de África Oriental también se transformó en un pastizal abierto que obligó a los ancestros directos de las jirafas a adaptarse a los nuevos cambios.
Es posible que, en ese periodo, durante el cortejo, los machos desarrollasen una forma de atacar a sus competidores balanceando sus cuellos y cabezas, una lucha extrema, apoyada en la selección sexual, que a lo largo de dos millones de años favoreció la rápida elongación del cuello de la jirafa hasta convertirse en el género actual, Giraffa.
Y como resultado de esta elongación, las jirafas se vieron bien adaptadas al nicho de la alimentación en el follaje alto.