Desde hace unos meses, el Sol ha ido recuperando un nivel de actividad que señala la terminación de su época de reposo. Las imágenes satelitales revelan una intrincada estructura de zonas activas en la superficie de nuestra estrella.
Pero está habiendo efectos colaterales de este aumento en la actividad del Sol. Los satélites que orbitan cerca de la Tierra están sujetos al arrastre de la atmósfera residual, lo que reduce gradualmente la velocidad de la nave espacial y finalmente los hace caer de nuevo al planeta, enviándolos a quemarse en la atmósfera.
Pero últimamente, la actividad solar está provocando que los satélites se salgan de sus órbitas a un ritmo cada vez más alarmante; están cayendo y chocando 10 veces más rápido que antes, hecho que ha coincidido con el inicio del nuevo ciclo solar.
Desde diciembre de 2021, el Sol ha estado más activo y generando más y más viento solar, manchas solares, erupciones solares y eyecciones de masa coronal que han tenido un impacto significativo en la atmósfera superior de la Tierra. Todo esto, que es completamente natural dentro del ciclo solar de 11 años del Sol, resulta en un caos para nuestros satélites.
Según los expertos, esto mismo que le está pasando a los satélites en órbita terrestre, podría pasarle a la Estación Espacial Internacional, por lo que tendrá que realizar maniobras de reinicio más frecuentes para mantenerse a flote.
Pero como la mayoría de satélites no posee sistemas de propulsión, acabarán teniendo una vida útil mucho más corta en órbita.