El programa Artemis (o Artemisa) de la NASA apuesta a poner astronautas nuevamente en la Luna en 2025, tras más de 50 años. La intención de la agencia espacial estadounidense es establecer la plataforma que, posteriormente, le permitirá dar el salto para llevar personas a Marte. Y en esta historia juega un papel crucial Orion, la nave que, según los norteamericanos, llevará a los humanos "más lejos que nunca antes".
El desarrollo de Orion tiene varias particularidades que van más allá de la cuestión netamente técnica. Por un lado, estamos hablando del primer gran esfuerzo de la NASA para llevar a sus astronautas al espacio sin depender de terceros desde la cancelación del programa del transbordador espacial. Por el otro, el organismo debe afrontar un panorama muy diferente al de otras épocas, con empresas como SpaceX, Blue Origin y Virgin Galactic liderando la carrera aeroespacial privada y logrando avances muy importantes.
Pero el caso de Orion también resalta porque sus orígenes se remontan a la primera mitad de los años 2000 y tienen una estrecha relación con el Proyecto Constelación, cuyo máximo objetivo era volver a la Luna antes del 2020. Sin embargo, tras la cancelación de dicho programa se decidió mantener con vida la iniciativa de la nueva nave, que ha mutado para convertirse en una pieza fundamental del programa Artemis.
Los planes de la NASA para esta nueva nave espacial son muy ambiciosos. “Orion está diseñada para satisfacer las necesidades cambiantes del programa de exploración del espacio profundo de nuestra nación en las décadas por venir”, asegura en su sitio web.
Por ello, queremos aprovechar estas líneas para repasar su historia, sus características más importantes y los desafíos que deberá afrontar una vez que comience a volar.
¿Qué es Orion?
La NASA vuelve a tener un medio propio para llevar a sus astronautas al espacio, algo que no sucede desde la cancelación del programa del Space Shuttle en 2011. Orion es la joya del programa Artemis.
La nave espacial Orion ha sido diseñada para viajar al espacio montada encima del Sistema de Lanzamiento Espacial o SLS, por las siglas en inglés de Space Launch System. El cohete superpesado de la NASA será el encargado de empujar a Orion para que pueda llegar hasta la Luna, e incluso un poco más allá. Se espera que el próximo agosto se desarrolle la misión Artemis I, que llevará a Orion (sin tripulación) a orbitar el satélite natural de la Tierra en una misión que tendrá una duración planeada de entre 26 y 42 días.
Pero más allá del SLS en sí, que merece un artículo aparte, Orion se compone, en realidad, de tres partes: el sistema de cancelación de lanzamiento, el módulo de tripulación y el módulo de servicio.
Principales características de Orion
Un desarrollo de casi dos décadas
Como ya mencionamos, Orion es una pieza clave del programa de la NASA que planea llevar astronautas de nuevo a la Luna para 2025. Y si en agosto próximo supera exitosamente la misión Artemis I, cumplirá su primera gran meta para establecerse como la plataforma que potenciará los planes norteamericanos para explorar el espacio profundo.
No es un dato menor, tomando en cuenta que el proyecto ya lleva prácticamente dos décadas de planificación y desarrollo. Esto se debe a los cambios que ha afrontado la campaña espacial de Estados Unidos, tanto por cuestiones operativas como económicas e, incluso, políticas.
Los primeros indicios de Orion se remontan al plan Vision for Space Exploration, que el por entonces presidente George W. Bush anunció en enero de 2004. El mismo incluía el desarrollo de un Vehículo Tripulado de Exploración o CEV, por las siglas en inglés de Crew Exporation Vehicle.
La idea de la administración Bush era establecer un ambicioso plan —en los papeles, al menos— para expandir la presencia humana en el espacio. El objetivo más importante era la vuelta de los astronautas a la superficie lunar para el año 2020, aunque no era el único. La intención "oculta" tras este anuncio era revivir el interés público en la exploración espacial, que venía de sufrir un duro golpe a comienzos de 2003 con la tragedia del transbordador Columbia, que se desintegró en su reingreso a la Tierra.
Lo cierto es que, entre fines de 2004 y comienzos de 2005, la NASA publicó una solicitud de propuestas para que las empresas interesadas presentaran sus proyectos para el desarrollo del próximo CEV. Cumplido el período, dos consorcios fueron seleccionados para elevar sus ideas a la administración espacial estadounidense: Lockheed Martin por un lado y Northrop Grumman junto a Boeing por el otro.
El futuro de Orion, de la mano de Artemis
Si el cronograma no sufre nuevas demoras, Orion cumplirá el objetivo de volar a la Luna en la segunda mitad de agosto. La nave de la NASA partirá a bordo del impactante SLS para completar la misión Artemis I que, como ya indicamos, orbitará el satélite natural de la Tierra sin tripulación. De todos modos, nada está escrito en piedra. Se estima que el estreno del Sistema de Lanzamiento Espacial ha sido postergado al menos en 16 oportunidades desde 2016. Queda claro, entonces, que nadie puede descartar nuevos aplazamientos.
Si todo va de acuerdo a lo planeado, la siguiente misión será Artemis II, no antes de mayo de 2024. La misma será muy parecida a Artemis I, pero con la diferencia de que sí llevará tripulantes. Mientras que el paso final para el retorno a la Luna se dará en algún momento de 2025 con Artemis III.
Concretado el retorno a la superficie lunar, la NASA podrá iniciar la siguiente etapa de su plan de exploración espacial: llevar humanos a Marte. Lógicamente, aún es muy pronto para especular al respecto. Lo que sí es cierto es que con Orion, los estadounidenses se plantean recuperar el terreno perdido desde que se canceló el programa de transbordador espacial y se quedaron sin medios para viajar al espacio sin depender de terceros. ¿Lo lograrán?