Investigadores de la Universidad de California en Riverside descifraron las señales que las plantas se envían a sí mismas para iniciar la fotosíntesis, o convertir la luz solar en azúcares.
Desde hace medio siglo, los botánicos saben que el centro de mando de una célula vegetal, el núcleo, envía instrucciones a otras partes de la célula, obligándolas a avanzar en la fotosíntesis. Estas instrucciones llegan en forma de proteínas; sin ellas, las plantas no reverdecen ni crecen.
“Determinar cuáles proteínas son la señal para que desencadenen la fotosíntesis fue como encontrar agujas en un pajar”, explicó en un comunicado Meng Chen, profesor de botánica de Riverside.
El proceso utilizado en el laboratorio de Chen para encontrar cuatro de estas proteínas se documenta ahora en un artículo publicado en Nature Communications.
Anteriormente, el equipo de Chen había demostrado que ciertas proteínas de los núcleos de las plantas se activan con la luz, poniendo en marcha la fotosíntesis. Estas cuatro proteínas recién identificadas forman parte de esa reacción, enviando una señal que transforma los pequeños órganos en cloroplastos, que generan azúcares que alimentan el crecimiento.
El científico compara todo el proceso de fotosíntesis con una sinfonía. “Los conductores de la sinfonía son unas proteínas del núcleo llamadas fotorreceptores que responden a la luz. En este trabajo demostramos que tanto los sensibles a la luz roja como a la azul inician la obra. Activan genes que codifican los componentes básicos de esa función de las plantas”.
El trabajo fue financiado por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos con la esperanza de que ayude a encontrar una cura para el cáncer.