Mediante simulaciones dinámicas computarizadas, un astrofísico de la Universidad de California Riverside encontró que un planeta rocoso, localizado entre Marte y Júpiter, expulsaría al planeta Tierra del sistema solar.
Su objetivo fue obtener información importante sobre la arquitectura del sistema solar y la evolución de la Tierra.
La simulación analizó diversos escenarios, variando la masa de este cuerpo celeste agregado, y, según un comunicado de la universidad, los resultados fueron mayormente catastróficos.
De acuerdo con el consenso científico, el sistema solar se comprende de cuatro planetas rocosos y cuatro gaseosos.
El más grande de los rocosos es la Tierra y el más grande de los gaseosos es Neptuno, que es cuatro veces más grande y tiene una masa diecisiete veces mayor respecto al primero.
Adicionalmente, respecto al sol, existe un espacio vasto entre Marte y Júpiter, el cual despierta la imaginación de los científicos.
Para su simulación, el astrofísico usó como referencia a los planetas llamados súpertierra, de una masa intermedia entre la Tierra y Neptuno. Estos pueden ser gaseosos o rocosos, o una combinación de ambos y su tamaño es de aproximadamente dos veces el planeta Tierra y su masa, hasta diez veces mayor. Pese a su nombre, este sólo hace referencia a su tamaño, pues no necesariamente son similares en otros aspectos.
Según los resultados, la presencia de este cuerpo estelar ficticio en dicha zona es suficiente para influir en la fuerza gravitacional de Júpiter y desestabilizar el resto del sistema solar. Por la importancia de Júpiter en la estabilidad gravitatoria del sistema, este planeta adicional podría causar la expulsión eventual de Mercurio, Venus y la Tierra, o incluso de Urano y Neptuno, dependiendo de la masa y la localización exacta del astro.
Una súpertierra en el sistema solar podría cambiar la órbita del planeta, haciéndolo menos habitable o incluso completamente inhabitable.
Kane encontró que, si la masa del planeta ficticio fuese lo suficientemente pequeña y se ubicase justo entre Marte y Júpiter, este podría permanecer estable durante un largo período de tiempo, pero propenso a desestabilizarse con cualquier cambio.
Por la importancia de Júpiter en la estabilidad del sistema solar, la existencia de un planeta adicional resultaría determinante para la existencia de la vida.
Como concluye el investigador, la habitabilidad de la Tierra depende de las condiciones específicas del equilibrio del sistema solar.
De esta forma, la existencia ficticia de un planeta adicional entre Marte y Júpiter sería suficiente para haber impedido el origen de la vida en la Tierra.