Las cubomedusas, criaturas aparentemente simples y sin cerebro, están demostrando ser auténticas prodigiosas del mundo marino.
Con tan solo un centímetro de tamaño, estas fascinantes medusas, también conocidas como medusas del Caribe, están desafiando todas las expectativas al demostrar una sorprendente habilidad para aprender y superar obstáculos en su entorno.
A pesar de su diminuto cuerpo de forma cúbica y sus filamentos venenosos que podrían ser peligrosos para los humanos, estas medusas navegan con maestría en aguas turbias y entre las enmarañadas raíces de los manglares bajo la superficie del agua. Lo hacen gracias a un ingenioso sistema de cuatro estructuras sensoriales, llamadas ropalios, dispuestas alrededor de su cuerpo como puntos cardinales.
Cada ropalio de la cubomedusa contiene únicamente unas mil neuronas, en comparación con las 200,000 neuronas de una diminuta mosca de la fruta.
Un estudio realizado por Jan Bielecki de la Universidad de Kiel y Anders Garm de la Universidad de Copenhague revela que estas medusas pueden aprender a anticipar consecuencias a través de un proceso conocido como condicionamiento operante, es decir, a un entrenamiento que le permite anticipar una posible consecuencia, en este caso chocar con una raíz.
En el experimento, los investigadores colocaron a la cubomedusa en un recipiente redondo lleno de agua con paredes que simulaban raíces más o menos visibles. Sorprendentemente, las medusas aprendieron rápidamente a evitar chocar con las paredes al evaluar la distancia que las separaba de los obstáculos, utilizando la visión y los estímulos mecánicos generados por las colisiones.
La clave de su éxito radica en la combinación de ambos sentidos, ya que si se priva a las medusas de uno de los dos estímulos, su capacidad de aprendizaje se ve comprometida. Con ambas capacidades sensoriales a su disposición, estas medusas logran dominar la navegación en solo tres a seis intentos, lo que se asemeja al aprendizaje de animales considerados más avanzados, como las moscas de la fruta, cangrejos o ratones.
Este descubrimiento desafía nuestras concepciones sobre el aprendizaje en el reino animal, ya que estas medusas, con un sistema nervioso aparentemente primitivo, demuestran una capacidad de aprendizaje por asociación hasta ahora desconocida en organismos tan simples. Este hallazgo sugiere que la capacidad de aprender podría ser una propiedad fundamental de los sistemas nerviosos, incluso en organismos tan antiguos como los cnidarios, a los que pertenecen las medusas.
El estudio publicado en Current Biology nos muestra que, a pesar de su aspecto simple y su sistema nervioso disperso, estas medusas tienen un talento innato para prever problemas futuros y evitarlos, lo que amplía nuestro conocimiento sobre la diversidad y complejidad de la vida en los océanos.
Además, plantea la intrigante hipótesis de que hace más de 500 millones de años, el ancestro común de los cnidarios y otros grupos desarrolló un sistema nervioso con capacidad de aprendizaje por asociación, sentando las bases para la evolución de la inteligencia en el reino animal.