Hace más de 4.000 millones de años, cuando nuestro Sistema Solar estaba en sus primeros días y la Tierra se encontraba en pleno proceso de formación, un impacto colosal cambió para siempre el destino de nuestro planeta.
Un objeto gigante, del tamaño de Marte, chocó contra la Tierra, y los escombros resultantes de esta colisión finalmente se compactaron para dar lugar a nuestro querido satélite natural, la Luna.
Durante mucho tiempo, la comunidad científica ha intentado determinar con precisión cuándo ocurrió este crucial evento en la historia de la formación lunar. Sin embargo, ha sido recién este lunes que un nuevo estudio, publicado en la prestigiosa revista Geochemical Perspectives Letters, ha arrojado luz sobre este misterio. Según los detalles de esta investigación, la Luna tiene una antigüedad mínima de 4.460 millones de años, aproximadamente 40 millones de años más antigua de lo que se había estimado previamente.
Este fascinante hallazgo se ha logrado gracias al análisis de cristales traídos desde la Luna por los astronautas del Apolo en 1972.
“Estos cristales son los sólidos más antiguos conocidos que se formaron tras el impacto gigante. Y como sabemos cuántos años tienen, sirven de anclaje para la cronología lunar“, afirma Philipp Heck, profesor de la Universidad de Chicago y autor principal del estudio.
La investigación fue producto de la colaboración entre Heck y la autora principal, Jennika Greer, quien estaba realizando su doctorado en el Museo Field y la Universidad de Chicago.
Las muestras de polvo lunar analizadas contenían diminutos cristales que se formaron hace miles de millones de años y que contenían pistas cruciales sobre la edad de la Luna. Cuando el objeto del tamaño de Marte impactó contra la Tierra, la energía resultante fundió la roca y dio origen a la superficie lunar tal como la conocemos hoy.
Sin embargo, durante esta fase de fundición extrema, los cristales de circón no pudieron formarse ni sobrevivir. Los cristales de la superficie lunar que tenemos hoy en día, por lo tanto, deben haberse formado después de que esta masa de magma lunar se enfriara y solidificara. De lo contrario, habrían sufrido la misma suerte que los cristales anteriores, derritiéndose y perdiendo sus características químicas distintivas.
Científicos analizaron cristales de circón presentes en las muestras traídas por el Apolo 17. Foto: Referencial / NASA
Determinar la edad de los cristales de circón ha resultado ser un desafío fundamental para calcular la edad mínima de la Luna. Aunque investigaciones anteriores habían sugerido esta antigüedad, el estudio actual ha logrado precisar la fecha gracias a un método analítico llamado "tomografía de sonda atómica".
Este análisis minucioso, que examina átomo por átomo, reveló cuántos de los átomos en el interior de los cristales de circón habían sufrido desintegración radiactiva. Los átomos inestables experimentan un proceso de desintegración con el tiempo, cambiando su estructura y convirtiéndose en elementos diferentes. Al estudiar la proporción de isótopos de uranio y plomo presentes en las muestras, los científicos pudieron determinar su antigüedad.
La proporción de isótopos de plomo encontrada por los investigadores indicaba que la muestra tenía aproximadamente 4.460 millones de años, lo que establece que la Luna debe tener al menos esa edad.
Saber cuándo se formó la Luna es importante porque “es un socio importante en nuestro sistema planetario: estabiliza el eje de rotación de la Tierra, es la razón por la que hay 24 horas en un día, es la razón por la que tenemos mareas. Sin la Luna, la vida en la Tierra sería diferente. Es una parte de nuestro sistema natural que queremos comprender mejor, y nuestro estudio aporta una pequeña pieza de rompecabezas en todo ese cuadro”, concluye Heck.
Imagen de la Luna / Freepik