Un equipo de científicos de la Universidad de Leicester, en Inglaterra, ha confirmado la existencia de una aurora infrarroja en Urano, un fenómeno sobre el que se había teorizado pero que nunca se había demostrado hasta ahora. Los astrónomos han utilizado datos de hace casi 20 años del telescopio Keck II pero ahora disponemos de la tecnología para desentrañar mucho mejor la información que poseemos desde hace décadas.
Urano, un gigante de hielo que es aproximadamente cuatro veces más grande que la Tierra y cuenta con casi 30 lunas, ha sido objeto de interés científico durante mucho tiempo.
Los investigadores utilizaron el instrumento NIRSPEC (Near InfraRed SPECtrograph) del Observatorio Keck en Hawái para recopilar 6 horas de observaciones detalladas en 2006.
Estudiaron minuciosamente 224 imágenes en busca de signos de una partícula específica, el hidrógeno triatómico ionizado o H3+. Y lo encontraron. La emisión de H3+ generó un resplandor auroral infrarrojo sobre el polo magnético norte de Urano.
La imagen que acompaña a este informe es una representación artística de esta fascinante aurora infrarroja, superpuesta a una imagen de Urano tomada por el Telescopio Espacial Hubble.
Estos hallazgos son cruciales por varias razones. Lo más importante es que proporcionan información potencial sobre las propiedades magnéticas únicas de los gigantes de hielo Urano y Neptuno.
Estos planetas son inusuales en nuestro sistema solar debido a que sus campos magnéticos están desalineados con los ejes en los que giran. Este descubrimiento también podría resolver la incógnita de por qué el planeta es mucho más caliente de lo que debería ser, a pesar de estar tan lejos del Sol.
"La temperatura de todos los planetas gigantes gaseosos, incluido Urano, está cientos de grados Kelvin/Celsius por encima de lo que predicen los modelos si sólo fueran calentados por el Sol, lo que nos deja con la gran pregunta de ¿cómo es que estos planetas son mucho más calientes de lo esperado?", comenta la astrofísica Emma Thomas de la Universidad de Leicester en su estudio publicado en la revista Nature Astronomy.
"Una teoría sugiere que la causa de esto es la energética aurora, que genera y empuja el calor de la aurora hacia el ecuador magnético".
Las auroras, como la recién descubierta en Urano, son causadas por partículas cargadas de alta energía que chocan con la atmósfera de un planeta a lo largo de las líneas del campo magnético del planeta. En el caso de Urano, cuya atmósfera es principalmente una mezcla de hidrógeno y helio, la aurora emite luz en longitudes de onda infrarrojas, en lugar de ser visible a simple vista.
"Al analizar la aurora de Urano, que se conecta directamente tanto con el campo magnético como con la atmósfera del planeta, podemos hacer predicciones sobre las atmósferas y los campos magnéticos de estos mundos y, por tanto, sobre su idoneidad para la vida. Este artículo es la culminación de 30 años de estudio de las auroras en Urano, que finalmente reveló la aurora infrarroja y comenzó una nueva era de investigaciones de auroras en el planeta", apuntan los autores.
Uno de los resultados más inesperados de esta investigación son sus implicaciones para comprender la inversión geomagnética en la Tierra. Este es un evento raro en el que los polos magnéticos cambian de lugar. "No tenemos muchos estudios sobre este fenómeno", dice Thomas, "y por lo tanto no sabemos qué efectos tendrá en los sistemas que dependen del campo magnético de la Tierra, como los satélites, las comunicaciones y la navegación".
Esperamos que esta investigación desentrañe algunos de los misterios ancestrales del sistema solar y nos ofrezca pistas sobre la habitabilidad de planetas mucho más allá de nuestro vecindario cósmico.