En un descubrimiento arqueológico reciente, investigadores han encontrado cientos de abejas momificadas en la costa suroeste de Portugal, en la franja costera de Odemira.
Estos insectos, que datan de hace aproximadamente 3.000 años, han sido hallados en un estado de conservación excepcional, desafiando las expectativas sobre la preservación de abejas en el registro fósil.
El estudio, liderado por el profesor Fernando Muñiz de la Universidad de Sevilla, ha sido publicado en la revista internacional Papers in Palaeontology.
Los capullos de abejas descubiertos muestran a estos insectos en el umbral de salir de sus nidos o celdas, permitiendo a los investigadores determinar no solo el tipo de abeja, sino también su género y el tipo específico de polen que la madre abeja dejó al construir el capullo. El polen identificado pertenece a la familia Brassicaceae, indicando una preferencia monofloral específica de estas abejas.
Imagen tomada con lentes binoculares, correspondiente a los detalles del dorso del ejemplar. / Andrea Baucon
La preservación excepcional de estos insectos es particularmente notable, ya que los tejidos blandos de las abejas generalmente se descomponen rápidamente debido a su composición quitinosa. Sin embargo, en este caso, los capullos se han mantenido en un estado excepcional de conservación gracias a un raro método de fosilización.
Utilizando una técnica llamada tomografía microcomputada de rayos X, el equipo de investigación pudo observar el interior de los capullos de las abejas sin destruirlos, revelando una composición compleja que puede explicar el raro caso de preservación que desafía la descomposición.
Todo se debe a que cada capullo estaba revestido con un hilo de polímero orgánico impermeable producido por la abeja madre, que actuó de escudo contra los elementos y, por lo tanto, contra la descomposición por el paso del tiempo.
Vistas de tomografía computarizada por rayos X de una abeja Eucera macho (ventral) dentro de un capullo sellado. / Federico Bernardini/ICTP
Carlos Neto de Carvalho, coordinador científico del Geoparque Naturtejo e investigador colaborador del Instituto Dom Luiz, de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Lisboa, sugiere que la muerte masiva de estas abejas milenarias podría haber sido causada por una rápida caída de las temperaturas nocturnas al final del invierno o una serie de inundaciones prolongadas durante el período de lluvias fuera de temporada.
Este hallazgo no solo proporciona información sobre la historia de las abejas y su relación con el cambio climático en el pasado, sino que también podría tener implicaciones importantes para la conservación de las especies de abejas en la actualidad, que enfrentan desafíos similares.
Investigar los antiguos desequilibrios ecológicos podría ayudarnos a comprender mejor cómo garantizar la resiliencia de las abejas en medio del cambio climático actual, considerando que existen más de 20.000 especies de abejas en la actualidad.