Investigadores de la Universidad de Houston, liderados por la científica Rachel Clark, revelaron que los glaciares Thwaites y Pine Island, clave en la Antártida Occidental, comenzaron su retroceso significativo en la década de 1940, marcando un hito en la historia de su adelgazamiento.
El Thwaites, el glaciar más ancho del mundo con 130 kilómetros de extensión, pierde anualmente 50,000 millones de toneladas más de hielo del que recibe como nieve, amenazando su estabilidad. Este proceso, acelerado desde los años setenta, según el nuevo estudio, se originó en la década de los cuarenta.
El equipo sugiere que un patrón climático extremo de El Niño, que calentó la Antártida occidental, desencadenó el primer retroceso del Thwaites, persistiendo hasta hoy y contribuyendo en un 4% al aumento global del nivel del mar.
James Smith, del British Antarctic Survey, subrayó que una vez iniciado, el retroceso puede durar décadas, independientemente de las condiciones iniciales. El Thwaites y el Pine Island comparten esta dinámica, demostrando la continuidad del retroceso glaciar.
Si el Thwaites colapsara por completo, se proyecta un aumento del nivel del mar de 65 centímetros a nivel global.
Glaciar Thwaites, Foto: NASA.
Julia Wellner, de la Universidad de Houston, destacó la relevancia del estudio al demostrar que este cambio no es específico de un glaciar, sino parte del contexto más amplio del cambio climático.
La investigación también identificó factores externos como responsables del retroceso en la zona de encallamiento, donde los glaciares pierden contacto con el lecho marino. Esto confirma que la pérdida de hielo en la Antártida occidental está controlada por factores externos más que por dinámicas internas.
Thwaites es significativo no solo por su contribución al nivel del mar, sino que además actúa como “un corcho en la botella” que retiene una zona más amplia de hielo detrás de él.
”Existe la posibilidad de que todo el hielo de la Antártida Occidental se desestabilice”, advirtió Wellner.
Claus-Dieter Hillenbrand, coautor del estudio, resalta que estos hallazgos mejorarán modelos numéricos para predecir el deshielo antártico y sus contribuciones al nivel del mar.