Un reciente estudio realizado por científicos de las universidades de Sídney, Australia, y la Sorbona, Francia, ha revelado una conexión entre Marte y la Tierra que afecta las corrientes oceánicas de nuestro planeta.
Publicado en la revista Nature Communications, este hallazgo sugiere que la gravedad del planeta rojo podría estar alterando los océanos terrestres, dando lugar a un ciclo de 2,4 millones de años en las corrientes de aguas profundas.
Desde hace mucho tiempo, se ha comprendido que las oscilaciones en la órbita de la Tierra alrededor del Sol juegan un papel crucial en la variabilidad climática del planeta, conocidos como ciclos de Milankovitch.
Estos ciclos, que operan en períodos de miles de años, fueron confirmados en 1976 cuando se encontraron registros de ellos en sedimentos del fondo del océano. Sin embargo, este nuevo estudio revela un ciclo de gran escala influenciado por la órbita de Marte, que ha impactado las corrientes oceánicas de la Tierra durante al menos 40 millones de años.
Según la geocientífica Adriana Dutkiewicz de la Universidad de Sídney, la presencia de ciclos de 2,4 millones de años en los datos sedimentarios de aguas profundas solo puede explicarse mediante las interacciones entre Marte y la Tierra en sus órbitas alrededor del Sol.
Este patrón parece estar vinculado a una alineación específica entre las órbitas de ambos planetas, evidenciando la complejidad de los factores que influyen en el clima terrestre.
A pesar de la considerable distancia entre Marte y la Tierra, aproximadamente 140 millones de kilómetros, los científicos sugieren que el planeta rojo está desempeñando un papel en la modulación de las corrientes oceánicas terrestres.
Imagen: Midjourney/Sarah Romero.
Esto se logra a través de la generación de "remolinos gigantes" que pueden provocar la erosión del fondo marino y la acumulación de sedimentos, fenómenos que se han observado en los registros geológicos.
El coautor del estudio, Dietmar Müller de la Universidad de Sídney, explica que esta interacción entre los campos gravitatorios de los planetas del sistema solar, conocida como resonancia, puede alterar la excentricidad de las órbitas planetarias, lo que a su vez afecta el clima terrestre.
Este descubrimiento proporciona una nueva perspectiva sobre cómo los planetas vecinos pueden influir en la dinámica de nuestro propio planeta, destacando la interconexión de los sistemas planetarios en el sistema solar.
Para llegar a estas conclusiones, los científicos analizaron meticulosamente sedimentos marinos recogidos en cientos de sitios de aguas profundas en todo el mundo durante décadas.
Estudiando casi 300 núcleos de perforación, encontraron evidencia de ciclos repetitivos en la sedimentación marina, sugiriendo una influencia externa en la circulación oceánica a lo largo de millones de años.
Según Dutkiewicz, las interrupciones en la sedimentación se alinean con momentos en los que la gravedad de Marte ejerce su mayor influencia sobre la Tierra, lo que indica una relación causal entre la posición relativa de ambos planetas y la dinámica oceánica terrestre.
Esta correlación refuerza la idea de que los efectos a largo plazo de las interacciones planetarias pueden ser detectados en los registros geológicos de la Tierra.
El estudio también sugiere que estos remolinos oceánicos profundos podrían tener implicaciones significativas para la circulación oceánica global, particularmente en relación con fenómenos como la Circulación Meridional de Inversión del Atlántico (AMOC), que desempeña un papel crucial en la regulación del clima regional y global.
La alteración de estas corrientes profundas podría tener consecuencias impredecibles para el clima futuro de la Tierra.
Aunque la influencia directa de Marte en la Tierra puede parecer insignificante debido a la enorme distancia entre ambos planetas, este estudio subraya la importancia de considerar las interacciones planetarias en la comprensión del clima terrestre a largo plazo.
La analogía del "efecto mariposa", que destaca cómo pequeños cambios pueden desencadenar efectos significativos en sistemas complejos, ilustra la complejidad de los sistemas planetarios y la necesidad de una investigación continua para comprender mejor nuestro lugar en el cosmos.