Un reciente estudio astronómico ha puesto en duda las estimaciones previas sobre la edad de la Luna.
Según los investigadores, el satélite de la Tierra se formó mucho antes de lo que se había calculado, poco después de la formación del sistema solar, en lugar de los 200 millones de años posteriores que se habían planteado anteriormente.
La hipótesis más aceptada sobre la creación de la Luna es que se originó a partir de la colisión de la Tierra primitiva con otro protoplaneta. Este impacto arrojó restos que se agruparon para formar nuestro satélite.
Sin embargo, el cálculo de la edad de la Luna, basado en las rocas cristalizadas cuando se formó su corteza, mostraba que estas databan de 4.350 millones de años, lo que sugería que la Luna se había formado 200 millones de años después del inicio del sistema solar, hace unos 4.560 millones de años.
Alessandro Morbidelli, profesor del Colegio de Francia y coautor del estudio publicado en Nature, señala que este retraso no encajaba con los modelos de formación planetaria. Además, se observaba una contradicción con la existencia de cristales de circón, de más de 4.500 millones de años, que sugerían una formación más temprana.
Los investigadores propusieron una nueva teoría: la Luna experimentó una "segunda fusión" provocada por la gravedad de la Tierra.
Según esta idea, la Luna se habría formado unos 55 millones de años después de la creación del sistema solar, y no 200 millones de años después como se pensaba. En este proceso, la Luna adquirió su primera corteza en unos pocos millones de años.
El estudio también sugiere que, debido a fuerzas de marea generadas por la gravedad terrestre, la Luna comenzó a alejarse gradualmente de la Tierra.
Durante este cambio orbital, la Luna atravesó una fase caótica, lo que provocó que su manto se derritiera parcialmente, iniciando erupciones volcánicas que remodelaron su superficie.
Este fenómeno de "refusión parcial" de la corteza lunar "reinició los relojes radiactivos" de las rocas, lo que explica por qué algunas rocas basálticas parecen tener la misma edad, a pesar de proceder de diferentes profundidades.
Los hallazgos también podrían explicar la falta de cuencas de impacto de meteoritos en la Luna, que habrían sido rellenadas por magma ascendente durante esta segunda fusión.
Este estudio, que involucra modelos dinámicos y térmicos complejos, plantea una solución innovadora a los misterios sobre el origen y la evolución de la Luna, proporcionando una visión más precisa sobre su historia temprana.