El escritor, traductor y promotor cultural falleció este jueves, a los 85 años de edad.
El mundo de las letras en español amaneció con la infausta noticia del deceso de Sergio Pitol, escritor de cuentos y novelas nacido en Puebla en 1933 y autor fundamental de las letras mexicanas del siglo XX, por lo que su muerte significa la pérdida de una de las figuras mayores en nuestras letras, aseveró el ensayista, traductor y crítico literario Geney Beltrán Félix.
El titular de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL) se dijo convencido de que el también diplomático fue un autor audaz y polifacético, con gran interés por enriquecer la literatura mexicana y la cultura de la lengua español a través de sus traducciones y ensayos.
En su obra, dijo, abordó a autores igualmente importantísimos y siempre destacó en su faceta como narrador, lo que aportó en el terreno del cuento y la novela con títulos como “El desfile del amor” y “Domar a la divina garza”, así como en ensayos tan lúcidos como “El arte de la fuga”, entre otros que le granjearon innumerables premios.
Geney Beltrán calificó a la obra de Pitol como una prosa vibrante, inquisitiva y perceptiva que hoy es herencia universal y, a la vez, recordó del literato su imaginación y capacidad especulativa de primer orden.
“Por eso perderlo significa una noticia muy triste para quienes amamos su obra; ha sido una noticia muy lamentable la que hemos recibido esta mañana (ayer)”, remarcó.
Enfatizó que el poblano brilló además como editor, al crear la Biblioteca del Universitario de la Universidad Veracruzana, y como traductor trajo al español a autores clásicos en lenguas rusa, checa, polaca, húngara, italiana, china, francesa e inglesa; obras para las que la Secretaría de Cultura federal creó la colección “Sergio Pitol Traductor”.
La fértil trayectoria de Pitol en el campo de las letras inició en 1959 y desde entonces no dejó de crear, siendo reconocido con galardones de la talla del Premio Cervantes (2005), Xavier Villaurrutia (1981), Nacional de Literatura (1983) y Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura (1993).
Además se le entregó el Premio Mazatlán de Literatura (1997) y el de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo (1999). En 1997 fue elegido miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua (AML) y en 1998 recibió el doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), por su aportación a las letras.