Esta entrega aparece tres días después del acontecimiento; sin embargo, las secuelas apenas estaremos padeciéndolas. El mensaje del presidente Calderón, a escasas horas de los hechos, tiene dos vertientes: la del sentimiento que obviamente retrata el dolor y la del responsable del destino del país que advierte seguir adelante en las políticas emprendidas por su gobierno.
Felipe Calderón, equivocadamente, en su mensaje adelantó la tesis de un accidente por la nubosidad del clima; aseguró que la aeronave siempre estuvo resguardada en los hangares del Estado Mayor Presidencial y recalcó la pericia del piloto. Por supuesto que dejó establecido que los peritajes los hará la Secretaría de Comunicaciones y Transportes con apoyo de los mejores expertos del mundo.
A muy pocos convenció el resultado de las investigaciones en el caso de Mouriño Terrazas acontecido el cuatro de noviembre de 2008 en la Ciudad de México; la propia SCT argumentó “un insuficiente entrenamiento en los pilotos e irregularidades en sus licencias, así como que los controladores tenían demasiadas horas extras trabajadas”. El día del desplome –se detalló-- la aeronave había excedido la velocidad máxima permitida y se señaló que estudios revelaron demora en la desaceleración por parte de los pilotos.
Aquel día murieron el entonces secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño; el responsable de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), José Luis Santiago Vasconcelos, entre otras personas.
En enero de 2008 --dato trascendente--, sicarios del cártel de Sinaloa detenidos en la delegación Magdalena Contreras del Distrito Federal revelaron que planeaban atentar contra un alto funcionario, según reveló el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna. Por su parte, el entonces subprocurador jurídico y de Asuntos Internacionales de la Procuraduría General de la República (PGR), José Luis Santiago Vasconcelos, declaró en una entrevista radial que él era el objetivo de los pistoleros.
Los presuntos narcotraficantes, con información de Genaro García Luna, formaban parte del cártel de Joaquín “El Chapo” Guzmán y fueron detenidos y puestos a disposición de la SIEDO, de la cual fue titular posteriormente Santiago Vasconcelos, cargo que ostentaba el día de su muerte.
Sin ser pesimistas, pero en una guerra como la emprendida por el gobierno federal debe el comunicador advertir todas las posibilidades. Apenas el jueves diez de noviembre, la semana pasada, se dio cuenta de la detención de Ovidio Limón Sánchez, buscado por Estados Unidos para procesarlo por asociación delictuosa, posesión y distribución de cocaína; fue capturado en Culiacán, Sinaloa, tras una operación en la que no se efectuó un solo disparo. Limón es considerado "uno de los más importantes operadores de la organización criminal Guzmán Loera”, según explicaron autoridades militares.
Con su detención, se detalló en conferencia de prensa, "se afecta significativamente a la organización criminal Guzmán Loera".
Limón fue presentado a la prensa en instalaciones de la Procuraduría General de la República en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Menos de 24 horas después conocemos la noticia de la caída de la aeronave en la que viajaba el responsable de la política interna de nuestro país; el brazo derecho del Presidente de la república e impulsor de la lucha en contra del crimen organizado.
En el caso Mouriño se rechazó la posibilidad de asociar algún problema meteorológico con el desplome de la aeronave y se descartaron problemas en los sistemas de control.
En aquella ocasión, aclaró el entonces titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), Juan Molinar Horcasitas, que apoyaron en estudios especialistas de Estados Unidos y Gran Bretaña.
Hoy de antemano se advierte la nubosidad del ambiente y la ruta alternativa que de último momento se decidió tomar. Una ruta vieja –dicen los voceros de SCT-- sobre terreno escarpado. El tipo de aeronave además –nos explican-- no tiene la necesidad legal de contar con grabadoras o “cajas negras” que pudieran permitir el tener registro de la comunicación de los últimos momentos con la torre de control.
El secretario de Gobernación viajaba para interactuar con los actores de la administración y procuración de justicia del país; su retraso provocó la demora del arranque de la ceremonia inaugural en el World Trade Center de Morelos.
El gobernador Marco Adame fue, ante los hechos y la pérdida de contacto con el helicóptero, factor de información, cuando dio a conocer que el secretario Blake tenía una cita en Morelos y que éste no había llegado puntual a su cita.
Cesáreo Carvajal Guajardo, ex secretario de Seguridad Pública en Morelos, en aquel entonces titular de la coordinación federal, estatal y municipal en San Luis Potosí, fue el último en estrechar la mano de Juan Camilo Mouriño y José Luis Santiago Vasconcelos. Cesáreo también fue factor elemental para saber de la presencia de los funcionarios en la aeronave accidentada en el Distrito Federal.
Este fin de semana se repitieron en México los funerales de Estado en el Campo Marte; pensamos que los de Mouriño y demás víctimas habrían marcado al sexenio; sin embargo, la historia se repitió con las exequias de Blake Mora y sus acompañantes.
El nuevo secretario de Gobernación, el quinto en el orden en este sexenio, tendrá tremenda responsabilidad en cumplirle a México, al Presidente y a sus allegados. Francisco Ramírez Acuña, Juan Camilo Mouriño, Fernando Gómez Mont y José Francisco Blake Mora, dos con vida y los otros en otra dimensión, así lo reclamarán.