Mientras en Chinameca el presidente Felipe Calderón inauguró la restauración y remodelación del casco de la Hacienda que albergará al Museo Agrarista y Andrés Manuel López Obrador acudió a Ayoxustla, Puebla, para ser testigo del nacimiento de un nuevo pacto entre organizaciones campesinas que intentará elaborar un plan acorde con las luchas actuales en el campo mexicano.
Desde septiembre se implementaron acciones de apoyo para la población de mil 500 localidades afectadas. Mitigar el impacto de la sequía y la falta de agua potable y reordenar el esquema de cultivos para propiciar la siembra de otros más rentables y con menos consumo de agua es la estrategia.
El apoyo a los agricultores con subsidios y con un programa de empleo temporal específico en todas las localidades de los estados afectados, advierte la autoridad, está en marcha.
La Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) apoya con planes de riego del ciclo otoño-invierno, nivelación de tierra, rehabilitación de infraestructura y revestimiento de canales para evitar pérdidas de agua por filtración.
Ante las heladas, inundaciones y sequía en el país, se han perdido más de 900 mil hectáreas de cultivos de maíz y de frijol; estamos ante un “problema serio", indicó el titular de la Secretaría de Desarrollo Social, Heriberto Félix Guerra.
En un tono de reclamo, desafortunadamente lejano de ser escuchado, organizaciones campesinas fueron convocadas a firmar un compromiso para elaborar un plan acorde con las luchas actuales en el campo mexicano. Hacer realidad la soberanía alimentaria por medio de la producción campesina y combatir frontalmente las desigualdades extremas es el reto.
Se desplegará una utilización social y culturalmente compatible de preservación del carácter público y usufructo colectivo de los recursos naturales y los saberes comunitarios; se buscará tener una propuesta y proceder al impulso de una economía rural solidaria.
“En el Plan de Ayala del siglo XXI, y en la práctica también, se defenderán los derechos de los migrantes y de las mujeres campesinas. Se busca recuperar la esperanza para los jóvenes y la población rural, así como incluir la lucha por el reconocimiento de los derechos culturales y autonómicos de los pueblos originarios, así como la revitalización de la cultura indígena, de valores comunitarios como la solidaridad y la reciprocidad, que se desplieguen generosamente en todos los pueblos de México”.
Al inaugurar el Museo Agrarista en las instalaciones de la Ex Hacienda de Chinameca, en el marco de la conmemoración de la Promulgación del Plan de Ayala, ante el presidente Felipe Calderón, el gobernador Marco Adame Castillo dijo que no es ni será fácil alcanzar los anhelos de justicia social que también demandó Emiliano Zapata; sin embargo, con bases como la educación, la cultura y políticas públicas adecuadas se podrá consumar.
El presidente Felipe Calderón invitó a las presentes y futuras generaciones a hacer suya la causa que llevó al héroe revolucionario a defender la tierra, a sus propietarios y sus derechos agrarios, pero aclaró: "Más allá de caudillismos o de nombres, lo que hace falta en México es un fortalecimiento de las ideas y de los principios, para defender la libertad y la seguridad de los ciudadanos, para buscar siempre e indeclinablemente la justicia y para construir un país de leyes, a pesar de los riesgos que implica".
En menos de 24 horas todo esto sucedió en nuestro país; han pasado más de 100 años, hoy inicia el conteo del bicentenario de la promulgación de tan trascendente documento; su espíritu fue recogido en 1917 en la Constitución. Tenemos una Secretaría de la Reforma Agraria y otra que atiende directamente la problemática: la Sagarpa. Institutos enfocados al campo, programas sociales, planificaciones estatales y municipales los hay por decenas. Sin embargo, y a pesar de todo ello, la pobreza, la explotación y el olvido son constantes.
Los discursos desafortunadamente son solamente eso; tal vez, estén llenos de buenas intenciones y hasta de una verdadera definición en el sentido en que son mencionados, pero –y este es un pero enorme-- las metas están muy lejos de alcanzarse.
El Plan de Ayala de 1911 y ahora el denominado del siglo XXI tendrán el mismo espíritu: justicia social. Los discursos presidenciales, del estado de Morelos, los municipales son coincidentes: empujar para saldar la deuda con el campesino.
Mientras, el campo ya sea por las inclemencias del tiempo, por el temporal, por la falta de tecnología, por la implementación incorrecta de apoyos, por la explotación y desprecio al campesino, por la carencia de infraestructura y mecanización, ante la ausencia de agua o sistemas de riego, continúa hundiéndose y sus trabajadores sumidos en una pobreza que debe apenarnos a todos.