Lo que reprobamos es que la figura de la rectoría tenga tintes partidistas y además el generar un cambio anticipado del cargo –con las consecuencias de la transición-- por una aspiración personal.
No es el primer ni último rector que el “canto de las sirenas” lo llama y encanta; y tal vez en este caso hasta se consolide el escaño. Sin embargo, desde nuestro punto de vista, hay espacios que merecen no sólo el respeto, empeño, entrega total, compromiso, congruencia y una vacuna contra el deseo político, y ésos son las rectorías de cualquier institución de educación superior, las consejerías de Derechos Humanos y por obvias razones los espacios judiciales.
El trabajo y el éxito, los privilegios y galardones, los aplausos y premios, deben ser dentro y en la esfera de acción. Cualquier oferta que por supuesto aproveche el prestigio, la alta investidura, la proyección, que provenga de institutos partidistas, debe esperar hasta que concluya el periodo para el cual se le eligió al personaje. De lo contrario, como sucede en este caso, un secreto a voces maltrató a la Universidad Autónoma del Estado de Morelos; que por una parte su rector lucha por una ampliación presupuestal, critica a los legisladores de todos los partidos de no ser respetuosos y hasta de irresponsables con el dinero asignado, y ahora sale cobijado por una de las instancias, propuesto para el Senado.
Consta a nuestros lectores –en este caso-- y nuestros radioescuchas la defensa que siempre hemos hecho de la Universidad Pública, de su autonomía y del privilegio que debe tener en su financiamiento. De la fortaleza que debe encontrar con la posibilidad de la ampliación de la matrícula e inclusive que su gratuidad alcance a todos los mexicanos que así lo deseen.
En Morelos, escribimos y hablamos sobre la intentona que tuvo el Congreso del Estado, encabezado por Javier Mújica, para generar cambios en la Ley Orgánica de la Universidad, restándole a la rectoría facultades administrativas y dejándole las eminentemente académicas. Nos opusimos y dimos seguimiento a la defensa que Fernando Bilbao Marcos hizo en el encuentro de la Unión de Universidades de América Latina y El Caribe.
A la figura del rector, cuando el trabajo es sustancioso, las propuestas no le llegan; llueven a cántaros. Imagine usted, amable lector, cuántas no tuvieron sobre su escritorio Jorge Carpizo, José Sarukhán Kermez, Francisco Barnés de Castro, Juan Ramón de la Fuente y ahora José Narro Robles; sin embargo, todos ellos, y el actual, culminaron su gestión ante la gran honra de ese desempeño. Los reconocimientos y, en algunos casos, los cargos públicos llegaron después.
Apenas el estudio comparativo que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) presentó en diciembre pasado ubicó a la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) como una de las universidades más productivas del país.
El boletín oficial de la UAEM nos dice que “basado en el número de investigadores miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), las patentes generadas y la cantidad de artículos publicados en revistas arbitradas, el estudio contempló elementos clave para valorar el nivel de la investigación en las Instituciones de Educación Superior mexicanas”.
“En el conteo es la UNAM la institución que ocupa el primer sitio, le siguen el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), la Universidad de Guadalajara (U. de G.), la Universidad de Guanajuato (UAG), el Colegio de Posgraduados y la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY)”.
Por dónde se quiera ver, es un gran logro. Aplaudimos a la comunidad universitaria. Es un éxito conjunto al cual, por supuesto, debe sumarse al rector.
No dudamos que Bilbao Marcos –de alcanzar el espacio-- sea un buen senador o diputado federal. Ya veremos si no le abaratan la oferta, pero nada a cambio de haber ocupado el espacio de rectoría para el cabildeo, las negociaciones y el amarre.
Al aire
Hoy resolverá el Tribunal Colegiado sobre la revisión al presunto desacato en el que incurrió el ex alcalde Manuel Martínez Garrigós; podemos adelantar que el problema penal se lo sacudirá y con ello la puerta a la candidatura por el gobierno del estado se abre de par en par. Los demás, aunque jurídicos, son asuntos civiles, administrativos y hasta mercantiles, pero ninguno que meta en problemas ni al Partido Revolucionario Institucional ni a su candidato.