La verdad es que el conservadurismo ha cambiado con los tiempos. En sus inicios su interés fue el mantener el statu-quo, defendiendo la monarquía y en contra de todo lo que fuera una idea de cambio. El siglo XIX fue testigo de estas confrontaciones. Fue a principios del siglo XX cuando las ideas de Karl Marx se difundieron y fue cuando la dicotomía de conservadores y liberales se hizo más acentuada. Los marxistas plantearon como necesario para lograr una sociedad igualitaria el que la propiedad de los medios de producción fuera del Estado. La contraparte, es decir los conservadores, postulaban que los medios de producción debían estar en la propiedad privada.
En realidad no hay gran diferencia en la actitud política ante los cambios sociales que sucedían casi espontáneamente. La presencia del conservadurismo y de la democracia de masas era necesaria para los partidos políticos de ambas ideologías. Posteriormente debido a las realidades de los gobiernos hubo una carrera de los extremos hacia el centro, esto fue la causa del pragmatismo político que despertó de repente en contra de las ideologías extremas. El establecimiento en la post-guerra del Estado de Bienestar provocó un gran cambio y los políticos se dieron cuenta que las políticas sociales, en ese momento, tomaban el centro de la escena. Educación, empleo, salud eran las demandas populares y los políticos de ambas tendencias abandonaron los extremos ideológicos y empezaron a buscar una forma de acomodar estas políticas sociales dentro de sus plataformas. Los conservadores y los demócratas sociales no podían estar en contra del Estado de Bienestar, porque esa actitud les hacía daño ante el electorado, de izquierda o derecha, nadie estaba en contra de las políticas y mecanismos de los instrumentos de política social; es así como los conservadores se volvieron pragmáticos, mantenían el discurso ideológico, aseguraban sus antiguos aliados la iglesia y los grandes empresarios, pero en el fondo poco se diferenciaban de sus rivales políticos.
Las políticas vivieron sus momentos. En el medio político de esa época se vieron surgir grandes representativos, de ambas tendencias en Inglaterra Margaret Tatcher, con una nueva visión de la economía; en España Felipe González, son un socialismo ligero, nuevamente Inglaterra vivió una revisión del antiguo laborismo con una nueva oferta de Tony Blair y así vimos como fueron cambiando las actitudes de los políticos. Siempre tratando de orientar las políticas reales hacía las necesidades que presenta el momento y sin embargo, mantenían su discurso ideológico con gran ahínco.
En nuestro país las circunstancias no fueron diferentes, pero con la llegada de los instrumentos del Estado de Bienestar, naturalmente el gasto público se hizo deficitario. A partir de los años 80 que empezó a subir el precio del petróleo y empezaron a encontrarse grandes reservas en nuestro territorio la situación cambió, aún cuando seguimos siendo deficitarios y nuestra deuda externa es alta, el ingreso del petróleo ha permitido frenar la deuda y mantener el sistema de gasto que pueda mantener las instituciones de política social. Esto puede durar un tiempo, posiblemente la gente empiece a entender que las posiciones ideológicas de los partidos y de los político son en realidad como una fachada con la que tratan de darle a sus posiciones políticas un tinte ideológico, sin embargo en realidad ya no lo son.
El atraso en el discurso político es evidente, se siguen manejando viejos argumentos ante una realidad diferente. Es por eso que existe una gran distancia entre lo que se dice y lo que se hace. La izquierda mexicana se volvió pragmática y se alejó del nacionalismo y las políticas de cambio social, solo tratan de mantener un número adecuado de partidarios para mantenerse en el juego. Los conservadores hablan de políticas sociales como base de su discurso político para adaptarse a las circunstancias. La realidad es que no hay ni conservadores, ni liberales, solamente una clase política que trata de mantener sus privilegios.