Ha habido varios momentos históricos en donde los estudiantes en México han generado cambios importantes para la nación. Nunca será olvidado, y no debemos permitirlo, el denominado movimiento del ´68, seguido de los acontecimientos del ´71, en donde el sentir universitario clamaba por un cambio internacional.
El historiador Diego Sosa nos ubica: el contexto en el movimiento del 1968 es relativamente sencillo de explicar, imperaba una lucha entre debates teóricos acerca de los modelos y sistemas políticos que se tenían que emplear a nivel mundial, era la época del desarrollo capitalista, las luchas sociales en Europa se hicieron ríspidas, el asesinato de un joven en Grecia llega a tener una repercusión enorme en todo el continente, expandiéndose por Italia, España y Francia, además de una protesta general por el aumento en las jornadas de trabajo en Estrasburgo, y el nacimiento del movimiento estudiantil 22 de marzo en Paris demandando reformas educativas, el apoyo a Vietnam, así como el apoyo a movimientos de descolonización.
En Estados Unidos –detalla el historiador- se reclamaban derechos e igualdades a los negros, las fábricas en Chicago son tomadas por los trabajadores, además de reclamos de jornaleros en Florida por mejoras salariales; en resumen, el mundo vivía –explica- una serie de transformaciones sociales, es por eso que cabe mencionar que el reclamo del ‘68 en México a pesar de haber sido iniciado y dirigido por estudiantes fue un reclamo meramente social donde las exigencias eran de carácter público.
En aquel entonces se reclamó “la desaparición del cuerpo de granaderos, el cese del jefe de policía o la derogación de los Artículos 145 y 145 bis, reclamos que lograron la rápida inclusión de los sindicatos, intelectuales y prensa libre al movimiento, el cual comenzó a tener un apoyo que, como la mayoría de los casos no se espera ni se vislumbra”.
Desafortunadamente con la coyuntura existente en esos momentos y la rápida aceptación de la sociedad a las demandas promovidas, -la cercanía de los Juegos Olímpicos y la ventana internacional que esto significaba-, el gobierno hizo uso de su aparato represivo para sofocar un movimiento que hoy en día es considerado como ejemplo para la posteridad.
Axel Didriksson escribe en Proceso:
Quienes están a cargo de los grandes asuntos que definen el resquebrajado modelo de desarrollo que tenemos afirman de forma contundente que en México están bajo control los nubarrones financieros y especulativos que cimbran a los otrora países de alto desarrollo, los desastres políticos que se padecen y los nunca antes vistos niveles de violencia y barbarie que se resienten hasta en territorios de gran cohesión social como en Noruega, Suecia, Islandia o Suiza.
Así dicen, pero sin duda no están preparados para enfrentar un eventual estallido social de jóvenes como los que se han venido sucediendo en Túnez, Yemen, Azerbaiyán, Tailandia, Grecia, Japón e Indonesia, o en otros países más cercanos en circunstancias, como Puerto Rico, España, Chile y Reino Unido. El trasfondo de estas manifestaciones juveniles es el impacto del modelo neoliberal que ha determinado un aumento de las colegiaturas, la adquisición de deudas estudiantiles por el simple ejercicio del derecho a aprender, y un futuro laboral incierto.
Se trata de un movimiento estudiantil distinto y a la vez muy parecido al de 1968, pues éste comenzó con demandas educativas y sociales a las que se fueron agregando exigencias de transformaciones políticas y económicas inéditas, aunque no supiera (como ocurre ahora) hacia dónde iba, o la magnitud de las repercusiones que alcanzaría en el mediano plazo.
Nosotros reflexionamos: ni el gobierno, ni los candidatos deben cerrar los ojos ante lo que está en ciernes, y quién sabe, el sentir y la convocatoria que hoy se facilita con las redes sociales, ha generado una reacción en cadena. Y que quede claro, no se trata de ir en contra o a favor de un candidato, lo acontecido en nuestra Universidad Iberomericana, fue el detonante, la chispa, el estallido que activó la reacción de una juventud por naturaleza inquieta y que sabe que en su voto está el destino de este país. Y estamos, nos sentimos parte de él.