Tal es el caso de Vicente Fox Quesada y Sergio Estrada Cajigal Ramírez; en ambos casos, sus sucesores, aunque del mismo instituto político, los alejaron de los espacios de opinión o influencia.
Vicente Fox en su momento, le jugó las contras al hoy Presidente de la república; Calderón está claro, nunca se la perdonó. Marco Adame nunca excusó la ligereza en el puesto y en el hacer de Sergio Estrada Cajigal, contrario a su postura congruente con los valores y principios del PAN.
Por eso, aunque sabemos que en política los enemigos de hoy son amigos del mañana y viceversa, es muy difícil para quienes tomamos definiciones y caminamos en congruencia, entender cómo el primer presidente mexicano de origen blanquiazul impulsa la candidatura y solicita el voto a favor de quien pertenece al equipo que él mismo acusó de cobijar a “víboras prietas, tepocatas y todo tipo de alimañas que estaban en Los Pinos”.
Lo mismo resulta al ver en una y otra reunión a quien fuera el primer gobernador de Morelos ajeno al PRI, a Sergio Estrada Cajigal Ramírez, en franco y abierto impulso para favorecer el voto por el aspirante del partido tricolor, cuando en su discurso de toma de protesta en octubre de 2000 expresó: que en esta “entidad se acabó la relación gobierno y delincuencia” en franca alusión al gobierno priista que encabezaron Jorge Carrillo Olea, Jorge García Rubí y Jorge Morales Barud.
Por supuesto que ninguna culpa tienen los punteros tricolores Enrique Peña Nieto y Amado Orihuela Trejo, pero es de cuestionarse qué función o a cambio de qué, los “ex” hacen esta labor. Ni Vicente Fox Quesada ni Sergio Estrada Cajigal tienen grato recuerdo.
Ambos gobernantes fueron ligeros, superficiales y según los actuales mandatarios Federal y Estatal, por lo menos débiles ante la presencia y crecimiento del narcotráfico y la delincuencia organizada en México y Morelos respectivamente. Cómo entonces integrarlos o aceptarlos como asesores en las próximas administraciones de alcanzar el triunfo.
Los dos cercanos también han hecho su aparición: Manuel Espino Barrientos y Eduardo Becerra Pérez. Del primero por supuesto que reconocemos su gran capacidad, talento y preparación, sin embargo siempre lo hemos ubicado como un ideólogo de derecha; ver levantar la mano de Peña Nieto, aunque lo coloca cerca del poder, no es de comprenderse. Tal vez por eso fue a parar al “Torito”: pena y cruda. ¡Guácala!
De Becerra Pérez no hay nada que reconocer; por el contrario, siempre será recordado como carente de oficio político, prepotente, sobrado y ahora hasta risa da el recordar que ese personaje ocupó la Secretaría de Gobierno de Morelos. Pero ahí anda, detrás de su “amigo” –ni uno ni otro se han negado jamás- en actividades públicas del Partido Revolucionario Institucional.
En fin y sólo así lo entenderíamos, tal vez la cultura ligera, la política superficial, las aportaciones simpáticas, las opiniones ocurrentes y los programas sin sustento, sirvan como alerta a los próximos gobernantes, insistimos de alcanzar el triunfo, como alerta de lo que jamás deben de hacer o dejar de hacer.
Al aire
El próximo 7 de junio se llevará a cabo la ceremonia solemne en el Monumento a la Libertad de Expresión, en la cual se develarán las placas con los nombres de compañeros periodistas que han fallecido recientemente.
Los colegas Félix M. Jiménez, Luis Díaz López, Manuel Rendón Sedano, Roberto Armendáriz Páez, Tomás Flores Alamilla, Jaime Morales Guillén y René Orta Salgado serán recordados.
Los reporteros Dulce Maya, Luis Fernando García Armendáriz, Héctor Parra, Pablo Rubén Villalobos Hernández y quien esto escribe, emitiremos un mensaje.
La invitación es abierta; ahí no encontramos a partir de las 8:45 de la mañana.