Saúl, sin duda el músico que con más derecho puede reclamar para sí el título de rockstar nacional, está radiante. Atiende a la prensa con una amabilidad proverbial y está dispuesto a pensar y masticar cada una de sus respuestas, para que quede clara una postura que en estos duros tiempos mexicanos, no puede generar ambivalencia.
De entrada, una oficina de Amnistía International en la Nación donde ha aumentado un 600 por ciento el uso de la tortura por parte de las autoridades estatales y donde la desaparición forzada de 43 estudiantes en septiembre vino a incrementar trágicamente la cifra de más de 22.000 personas que se encuentran desaparecidas o en paradero desconocido en el país desde 2006 –según el informe anual de la propia organización que es centro de esta nota–, puede verse como algo pertinente y necesario.
Sin embargo, cuando se habla de un problema en crecimiento y que amenaza con disolver las bases mismas de la organización institucional mexicana, conviene ser prudente y evitar las falsas expectativas, preguntándonos además qué tipo de poder de veto y transformación tienen realmente las organizaciones de derechos humanos en un sistema de corrupción e impunidad tan arraigado como el que padecemos en México.
“Prefiero ver una oficina de Amnistía International en México que 50 cadáveres amontonados a mi lado”, dice Saúl Hernández. La pregunta que surge es si AI tiene la capacidad para evitar los 50, los 100, los 1000 cadáveres que como en una siniestra cadena de montaje se acomodan a los costados de una población inerme y angustiada.
En México “se cree que los 22 mil desaparecidos son personas secuestradas por bandas delictivas, pero, según informes, muchas han sido sometidas a desaparición forzada por la policía y el ejército, que a veces actúan en connivencia con esas bandas.
Las pocas víctimas cuyos restos se han hallado mostraban señales de haber sufrido tortura y otros malos tratos. Las autoridades federales y estatales no han llevado a cabo investigaciones sobre esos delitos para establecer la posible participación en ellos de agentes estatales y garantizar recurso judicial efectivo a las víctimas y sus familias.
Además de esta falta de respuesta, el gobierno ha intentado encubrir la crisis de derechos humanos, y los índices de impunidad, corrupción y militarización han aumentado”, reza el más reciente informe anual de Amnistía International.
Frente a esta perspectiva, cualquier iniciativa a favor del respeto a los derechos humanos en nuestro país cobra un sentido de mayor trascendencia.
Sé que es difícil medir el efecto real del activismo, pero estoy convencido de que si las organizaciones de derechos humanos como Amnistía no existieran, las cosas serían mucho peores: Bill Shipsey. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Así, la apertura de la Oficina Regional de Amnistía Internacional en la ciudad de México, ha sido enmarcada por una serie de actividades que inició el pasado 4 de mayo y que se coronará mañana, viernes 8, con un magno concierto en el Salón Los Ángeles y en el que participarán los mexicanos Lila Downs y Saúl Hernández junto la cantautora venezolana Mariana Vega.
“Al celebrar la apertura de nuestra oficina regional de derechos humanos, con sede en la ciudad de México, también estamos homenajeando a quienes están en la línea de fuego en la defensa de los derechos humanos en las Américas. Queremos enviar un mensaje a las nuevas generaciones de activistas: que Amnistía Internacional está aquí para trabajar más de cerca con ellas por un mundo donde los derechos humanos sean una realidad para todas las personas”, dijo Salil Shetty, el secretario general de la organización, en un comunicado distribuido a la prensa.
AMNESTY INTERNACIONAL, PRESENCIA FUERTE EN MÉXICO
“Nos hemos dado cuenta de que el modelo con el que funcionaba Amnistía Internacional en relación con el continente latinoamericano era un modelo que estaba gastado. Las cosas se decidían desde Londres y luego bajaban aquí, por eso hemos decidido inaugurar una oficina regional para todas las Américas”, explica el joven director ejecutivo de AI México, Perseo Quiroz Rendón.
En este punto conviene saber que la organización comprende un movimiento global de siete millones de personas que trabajan a favor de los derechos humanos en el mundo.
Tras 50 años de trabajo destinado a combatir los abusos mediante tácticas de persuasión y presión hacia los gobiernos, Amnesty posee una gran base central en Londres y ha abierto oficinas en África, Asia, Oceanía, Europa Central y Oriental y Oriente Medio.
Ahora es el turno de América Latina, con la flamante oficina en nuestro país y una en Lima, Perú, que se abrirá próximamente.
“Decidimos que la primera oficina latinoamericana estuviera en México porque la escala de violaciones a los derechos humanos que vimos en el país es muy alto. En la última década la tortura en México ha aumentado un 600 por ciento, hay 22 mil desaparecidos, los migrantes son atacados en forma permanente y seis mujeres al día mueren aquí por feminicidios”, dice Perseo Quiroz en entrevista con SinEmbargo.
“Por otra parte, México sigue siendo, a pesar de todo esto, un lugar estratégico para toda la relación. Al final del día, lo que México diga y lo que México haga en materia de derechos humanos sí influye en el resto de la región. Si podemos lograr transformaciones aquí, podremos permear esas transformaciones en el resto del continente”, asegura.
El líder de Caifanes ofrecerá mañana un concierto junto a Lila Downs y Mariana Vega. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
A su lado, el irlandés Bill Shipsey, fundador del programa “Art for Amnesty”, que trabaja con artistas de todo el orbe, admite que siempre se debate en torno a la inclusión de México en América del Norte o América del Sur.
“La razón por lo que lo consideramos un sitio estratégico es porque está en el medio de América del Norte y América del Sur y por lo tanto puede influir en las dos regiones”, afirma Shipsey.
“México pertenece indiscutiblemente a América Latina y lo que también queremos hacer al fundar esta oficina en el país es presionar al Gobierno mexicano para que se ahonde esa integración no sólo hacia el norte sino también hacia el sur. El tema migratorio, por ejemplo, no puede ser discutido ni analizado sino a través de una perspectiva regional”, explica Perseo Quiroz.
Uno de los desafíos que debe enfrentar una organización como Amnesty en materia de derechos humanos en el continente tiene que ver con la identificación plena de un enemigo que en décadas pasadas estaba caracterizado por las dictaduras militares, integradas por hombres formados en la Escuela de las Américas (1946-1984), fundada por los Estados Unidos en la zona del Canal de Panamá.
Hoy, la violencia del Estado se traduce en sistemas de corrupción e impunidad muy arraigados, donde confluyen jueces, ejército, Presidentes y ministros, muchas veces aliados con los poderes fácticos del crimen organizado.
“En ese estado de las cosas, se entiende que haya mucho escepticismo en torno a la tarea que puede ejercer una organización de derechos humanos, pero desde Amnistía Internacional, precisamente por ese escepticismo, comprendemos la urgencia de hacer algo distinto para poder lograr transformaciones reales y efectivas”, dice el Director Ejecutivo de AI México.
Decidimos que la primera oficina latinoamericana estuviera en México porque la escala de violaciones a los derechos humanos que vimos en el país es muy alto: Perseo Quiroz Rendón. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
“Nuestras estrategias durante los últimos 40 años es verdad que han funcionado frente a las dictaduras militares, pero no están funcionando para el contexto actual. No somos ingenuos como para pensar que todo va a cambiar de la noche a la mañana con este nuevo mecanismo de acción, pero tenemos que pesar y luchar diferente hoy”, admite Perseo Quiroz.
“El mundo ha cambiado mucho desde 1977, cuando me afilié a Amnistía. Desde entonces, nuestra misión ha cambiado también mucho. Antes nos enfocábamos en temas más acotados y ahora existe el tema de los inmigrantes. En Europa, fuimos una de las primeras organizaciones que empezaron a trabajar con ese asunto y lamentablemente predijimos la tragedia que se vive actualmente en el continente europeo en tal sentido”, explica Bill Shipsey.
“Sé que es difícil medir el efecto real del activismo, pero estoy convencido de que si las organizaciones de derechos humanos como Amnistía no existieran, las cosas serían mucho peores”, agrega el dirigente irlandés.
“Hay cosas concretas que hemos logrado, como la condena global a la tortura, al armamentismo, las leyes y tratados internacionales ahí están, ahora tenemos que hacerlos cumplir”, apunta Quiroz Rendón.
“En México la gente sabe que puede reclamar por los abusos que padece, pero no sabe cómo y en ese sentido debemos trabajar mucho para construir una cultura de los derechos humanos en nuestro país”, precisa.
HAY QUE TRABAJAR MUCHO MÁS: SAÚL HERNÁNDEZ
Para el célebre músico mexicano Saúl Hernández, aquello que el escritor peruano Mario Vargas Llosa caracterizó como “la dictadura perfecta”, ha sido un gran obstáculo para la investigación en materia de derechos humanos en México.
“No se han seguido casos como el de las muertas de Juárez, por ejemplo, un estado de las cosas que obliga sin duda a trabajar mucho más y por eso estoy aquí”, explica en entrevista exclusiva con SinEmbargo.
–¿Por qué te uniste a la campaña de Amnistía Internacional?
–Bueno, porque me invitaron y ya he trabajado con ellos en proyectos anteriores. En este caso, me parece muy interesante la formación de una oficina de derechos humanos para las Américas, porque todos estos casos graves violaciones a los derechos humanos en el continente, se van a resolver con el trabajo de todos. Amnistía Internacional ofrece infraestructura, experiencia, investigación, pero si nosotros no colaboramos todo va a quedar a la mitad. Se puede construir el activismo de forma equilibrada entre las organizaciones, los artistas y los propios miembros que se unan a AI, porque la invitación a que se integren está abierta para todo aquel que quiera luchar por los derechos humanos. En lo personal, me motiva mucho más ver una oficina de Amnistía aquí que ver 50 cadáveres en una fosa. Como dice un verso de Oliverio Girondo “mejor herido que dormido” y no puedo dar la espalda a mi país, no quiero cerrar los ojos frente a todo lo que pasa.
“No quiero dar la espalda a mi país”, dice Saúl Hernández. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
–¿Amnistía en México recibirá denuncias y pondrá abogados para las víctimas de abusos?
–Absolutamente, además, se dará continuación a los casos y se documentarán las violaciones a los derechos humanos que acontezcan en la región. Se trabajará sobre casos individuales, denunciando abusos específicos y también a un nivel más macro realizando informes sobre violaciones en cada país del área.
–¿Cómo ves el tema de los derechos humanos en relación con la vida cotidiana, falta conciencia?
–Absolutamente. Creo que hemos padecido y padecemos constantes violaciones a los derechos humanos y consideramos normales cosas que en otros lados resultan abusos tremendos. Empezando por la estructura social tan clasista que reina en nuestro país y que constituye por lo menos un enorme error. Es una cultura además muy discriminatoria y la frustración derivada de ello permea en el espíritu de todos los mexicanos. En la medida en que recuperemos nuestra propia conciencia como individuos y como sociedad el camino se verá mucho más claro. Parte de lo terrible que vivimos sale de esa falta de civismo que nos caracteriza y que ha formado un lenguaje común en gran parte de nuestro territorio y que es el lenguaje de la violencia.
–Y la muerte ronda por todos lados…
–Y eso no es normal. Claro que no es normal. Hay que detenerlo. Hace unos años, cuando empezó todo esto del narcotráfico, uno de mis temores más grandes era que eso infestara a la sociedad mexicana y que gran parte de nuestra población empezara a ver como normal una serie de eventos catastróficos. Ahora nuestra relación con la realidad ha comenzado a cobrar formas dislocadas y desviadas. Sin embargo, creo que la gente tiene memoria. El Estado no, por supuesto. Sabemos que el Estado tiene Alzheimer desde tiempos remotos. El pueblo sí tiene memoria.
Afortunadamente a los narcos parece que no les gusta el rock y que prefieren otros estilos de música. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
–¿Te ofrecieron tocar alguna vez para los narcos?
–No, afortunadamente a los narcos parece que no les gusta el rock y que prefieren otros estilos de música. Para mí y para mis compañeros ese mundo siempre ha sido muy ajeno.
–¿Por qué no hay diez mil artistas mexicanos apoyando la causa de los derechos humanos en México?
–No lo sé. Creo en muchos músicos contestatarios que se están desarrollando más en elunderground. No puedo obviamente hablar por mis compañeros de la música, por qué no sé cuáles son sus sentimientos con respecto a todo lo que está pasando, pero sí sé que hacen falta. En otro momento de México había más unidad entre nosotros, ahora veo que actores y directores de cine se organizan para protestar por lo que pasa, pero no pasa lo mismo entre los músicos. Y desde aquí invito a todos mis compañeros. Las puertas están abiertas y se pueden hacer muchas cosas a favor de que las cosas cambien para mejor. Creo en ese sentido que los músicos españoles y argentinos han hecho mucho por la gente en los tiempos duros y que nos corresponde a los mexicanos seguir con ese legado.
–¿Cómo será el concierto? ¿Canciones tuyas y de Caifanes?
–Bueno, las de Caifanes también son mías. (risas)
–¿Entonces?
–Cada artista tendrá un set de 45 minutos, aproximadamente y en el medio participarán algunos activistas para dar su apoyo, como Lydia Cacho, por ejemplo. Estoy muy agradecido por la invitación a dar este concierto, muy contento, porque en lo personal quiero creer que esta apertura de la oficina de Amnistía para las Américas representa un camino de esperanza para nuestro país.
Con Información de SinEmbargo