Espectáculos

“Nunca serás adulto”: Llega el documental de Keith Richards, la leyenda

“Sé quién soy, pero los demás creen que Keith Richards se la pasa fumando porros, botella en mano, protestando porque la tienda de licor está cerrada”, dice el legendario guitarrista de los Rolling Stones, en un filme que se espera será un éxito de la televisión por streaming, tal como hace unos meses resultó el estreno del documental de Nina Simone.

Mónica Maristain
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Netflix apuesta por la calidad y las historias y eso explica el auge rotundo de la empresa más importante de pantalla por Internet y cuando mañana sus 65 millones de usuarios en todo el mundo accedan a la película del laureado Morgan Neville, alrededor de uno de los músicos más singulares del planeta y por lo mismo tan admirado, un paso más habrá dado un paso más camino a las predicciones de los analistas que prevén un número de 200 millones de socios en el 2021.

Under the influence está así anunciado y la expectativa entre los fans crece al ritmo de un riff endemoniado, recreado por el cineasta nacido hace 47 años en Los Ángeles, autor también de A 20 pasos de la fama, el relato de los coristas que aparecen junto a las estrellas, pero que suelen pasar inadvertidos y quedar siempre en el anonimato.

Neville, que también hizo un documental sobre Johnny Cash, ganó un Oscar y eso le ha dado las medallas suficientes para convertirse en el gran narrador de la música contemporánea.

Producida por Radical Media (¿Qué pasó, señorita Simone?), la película sobre Keith Richards es el resultado de un seguimiento cercano que hizo el director para contar la obra como compositor e intérprete de Richards, oriundo de  Dartford, Reino Unido, donde nació el 18 de diciembre de 1943.

Los testimonios de personajes clave y los lugares que inspiraron su música con los Rolling Stones y dieron sustancia a su reciente disco en solitario, construyen el universo por medio del cual se honra la vida y el trabajo de un artista extraordinario.

El mapa inicia en Chicago, hogar de Buddy Guy, Muddy Waters, Howlin ‘Wolf y de los sagrados estudios de Chess Records; sigue en  Nashville, donde Keith explora su amor por la música country, llega a Nueva York, donde grabó Crosseyed Heart, su tercer disco sin los Rolling Stones y el primero después de que hace 20 años diera a conocer Main Offender.

Hay testimonios de Tom Waits, otra leyenda del rock y amigo personal de Keith y el del propio Richards cuando dice cosas como que el rock se queda corto al lado de las estrellas más importantes del blues o que “nadie quiere tocar como Chuck Berry, porque es difícil. Yo sí”.

Richards, que recuerda cuando visitó por primera vez la casa de Muddy Waters, pero no recuerda cuando se fue, se muestra fiel a los memes que se hacen de él en las redes sociales y destila juventud en la expresión de una risa socarrona que por venir del músico más entrañable del mundo, se convierte en un hálito angelical.

“Cada vez que fumas un cigarro, le regalas un año más de vida a Keith Richards”, dice un meme. Y él parece darle la razón. “Nunca serás adulto”, afirma el artista que para Morgan Neville “representa el alma del rock, con todo y sus claroscuros”.

“Para mi alivio, Keith Richards resultó ser un hombre de buen humor, de gran conocimiento y mucha sabiduría. Esa es el verdadero Keith que hemos intentado plasmar en la pantalla, algo por lo que me siento muy honrado”, agrega.


Keith Richards, la película. Foto: Netflix

UN SEPTUAGENARIO ADOLESCENTE

En 2013, el guitarrista de los Rolling Stones Keith Richards llegó a los 70 años de edad, lo que en su caso equivale a sorprenderse por el milagro de la vida.

Nunca lo ha negado: los excesos con las drogas y el alcohol fueron el tono distintivo de una existencia a tope, donde el freno de mano nunca estuvo precisamente a la mano y en la que no pocas veces estuvo mirándole a la muerte la cara de frente.

Pero Richards es mucho Richards y sin él las piedras rodantes nunca hubieran rodado, base sustancial como es de la banda más longeva del mundo.


La película dirigida por Morgan Neville llega mañana a la pantalla de Netflix. Foto: Netflix

Si a ese liderazgo se le suma su facilidad para hacer canciones en donde tiene la máxima responsabilidad armónica y melódica, se entenderá por qué el artista muchas veces perdido entre las garras de las drogas (“Largas rayas de polvo blanco esperaban en lo alto de los bafles que se alineaban en la parte trasera del escenario. A causa del variado menú de Keith, unas rayas contenían cocaína y otras heroína”, contó en su biografía), que viaja a todos lados con 16 guitarras y que es fuente de inspiración para tantos artistas, entre ellos el actor Johnny Depp, que lo venera, puede ser llamado sin temor a exagerar uno de los músicos más trascendentes del siglo pasado.

Temerario a la hora de conducir automóviles (“Iba chocando contra todo, le daba igual. Estábamos todos sentados en el coche y de pronto alguien decía: ¡Oh, creo que hemos chocado contra un árbol!”, dijo un conocido), capacitado y convencido de que las mejores ideas se defienden a golpes, Richards también pasará a la historia por sus canciones magníficas, entre ellas el himno de los seguidores de las piedras rodantes, “Satisfaction”, que compuso en la noche del 9 de mayo de 1965 en un hotel de Clearwater, Florida, Estados Unidos.

“De haber dependido de mí, “Satisfaction” no se habría publicado nunca. Era demasiado básica y el fuzz con la guitarra me parecía un truco barato. Cuando dijeron que querían sacarla como single, me levanté furioso y dije: ¡Ni hablar!”. Richards dixit. | SinEmbargo

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