Pero el Vive Latino tiene un público fiel que, después de 16 ediciones, sigue asistiendo al evento de música religiosamente. Algunos de ellos compran sus boletos hasta con cuatro meses de anticipación, incluso sin saber quién va a tocar. Ellos son los que recuerdan que no hubo Vive en 1999 y 2002 y saben qué ropa usar para lidiar con el calor infernal de la 1 de la tarde y el frío de las 2 de la mañana.
Hay algunos momentos que los asistentes al evento viven año tras año y que seguro que también ocurrirán en la 17 edición del #VL que se celebra estos 23-24 de abril. Aquellos que le picharon el boleto a su hermano en 2001, los que ahorraron durante meses para poder asistir o los que sin importarles que los llamen chairos o forevers defienden el festival, todos ellos saben perfectamente de lo que estamos hablando.
1. Los que llegan temprano matan el tiempo con un par de banqueteras. Hay quienes prefieren llegar horas antes de que comience el festival para no perderse a ninguna banda. ¿Qué hacen mientras tanto? Fácil, se echan unas micheladas en las banquetas de las calles aledañas o en las curvas que te conducen a la entrada del evento.
2. Llega el momento en el que comienzan a lanzar a gente al aire. Esa alfombra negra y sucia que cubre los pisos del Foro Sol sirve para que los desconocidos hagan volar a alguien. En algún momento del festival hay quienes creen que puede ser divertido volar varios metros hacia arriba y confiar en que no los dejarán caer. No hay una estadística que lo compruebe, pero cremos que al menos el 90% de los valientes saben que es una mala idea cuando sienten que van cayendo.
3. Hay años en los que el cartel parece un cóctel mezclado, no agitado. Una de las características del festival es que en él conviven a pocos metros el rock, la cumbia, el electro y el hip hop. ¿Qué tienen en común Los Ángeles azules, la Mala Rodríguez, Dos minutos y la Maldita Vecindad? La respuesta es sencilla: “El Vive latino”, obviamente. Sin darse cuenta uno puede llegar a caminar horas y escuchar en un sólo día géneros que no había escuchado en todo un año.
4. La gente se alegra más de ver a Los famosos del béisbol que a sus propios amigos. Puede ser a las 3 de la tarde o a las 8 de la noche, no importa, pero siempre llega el punto en el que el cuerpo pide comida. La mayoría de las veces se antoja echarse un par de estos míticos tacos de cochinita que antes sólo se vendían en partidos de béisbol y que posteriormente comenzaron a alimentar a los amantes de los eventos de música.
5. Hay asistentes que pasan más tiempo en el Tianguis del Chopo que viendo conciertos. Durante los días que dura el festival, los marchantes de este mercado se trasladan a las instalaciones del Foro Sol para vender objetos conmemorativos de todo tipo. La creatividad de los diseños hace que la gente pase mucho tiempo (a veces demasiado) buscando la playera, la taza o lo que sea que les recuerde ese Vive.
6. El Vive te da sorpresas, sorpreeesas te da el Vive. El gran número de palomazos, los avisos en las pantallas de que Café Tacvba o los Babasónicos están en la casa, las carreras de atrás para adelante que te hacen pegar las Víctimas del Doctor Cerebro en sus participaciones. Todo esto sólo pasa en el vive. ¿Quién no recuerda la colaboración entre Tex Tex y el Tri? ¿O la de Austin Tv, División Minúscula y Los Bunkers? La vez que Café Tacvba tocó Ojalá que llueva café mientras llovía o cuando Caifanes emocionó a miles de asistentes cuando, después de 15 años, regresó a los escenarios. Todo eso ha sucedido en el Festival y cada año hay un momento que marca la edición. Sólo es cuestión de esperar.
7. Encontrar taxi al salir es más complicado que colocarse en la primera fila del concierto.
Que el festival termine mucho después de que cierran el metro es un problema, pero qué hacer ¿Irse antes? Ni de broma, ya todos saben qué va a pasar. Esperarán a que termine la última banda, se quedarán en el after con la esperanza de que baje el tráfico u optarán por buscar un taxi por horas o en su defecto caminar uno o dos kilómetros sobre Viaducto o Tlalpan para que los taxistas no les cobren tres veces más de lo que realmente es. Tomar un camión no es más fácil, un pasaje te llega a costar hasta 50 pesos y viajas cara a cara con otras 40 personas.
8. La frase más escuchada el lunes posterior al festival es: “El próximo año pido el día”. Nunca sucede. Cada año miles de trabajadores sufren los estragos del festival en la "comodidad" de su oficina. A pesar de todo, nunca dicen las palabras: “El próximo año no voy”. Saben que el dolor de pies, el cansancio extremo y el daño en sus finanzas valieron la pena, porque son y siempre serán bien Vive Latino.